La meditación en la respiración es conocida con el nombre de anapanasati, que en Pali quiere decir “atención plena en el flujo de la respiración”. Esta práctica fue transmitida por Buda hace más de 2500 años, y es una de las prácticas esenciales del mindfulness.

En el Gran Discurso de los Fundamentos de la Atención, el Buda recomienda para la práctica de esta meditación una morada apartada, o bien un espacio vacío y tranquilo. Este último puede ser una habitación libre de la presencia de otras personas, o una sala en la que haya otros meditadores.

Se puede meditar sobre un zafu (almohadón de meditación), o sentados en una silla. Si elegimos un zafu, podemos sentarnos en la posición de loto, medio loto, o birmana. Si nos sentamos en una silla, tenemos que asegurarnos de que los pies toquen plenamente el suelo, y la espalda permanezca recta.

Una vez en posición, cerraremos los ojos y observaremos nuestra respiración de forma natural, sin manipularla en ningún modo, centrando nuestra atención en la entrada y salida del aire a través de las fosas nasales.

Al inhalar, seremos conscientes de que inhalamos. Al exhalar, seremos conscientes de que exhalamos. Si realizamos una inhalación larga, seremos conscientes de que se trata de una inhalación larga; si es corta, reconoceremos que es corta. Observaremos si la respiración es lenta, si es agitada, o si el aire pasa de diferente forma por cada una de las fosas nasales.

Durante el ejercicio notaremos que la mente divaga, y más de una vez nos encontraremos pensando en otras cosas. Cuando esto suceda, soltaremos gentilmente esos pensamientos y volveremos a la respiración, sin juzgar nuestra distracción, o la calidad de nuestra práctica.

De esta manera, la respiración nos permitirá estar anclados en el momento presente, y se volverá un puente entre la mente y el cuerpo. Nos ayudará a estar más atentos y enfocados, a liberar tensiones y, por sobre todas las cosas, a reducir el ruido de nuestro incesante parloteo interior.

Con práctica y tiempo, descubriremos que volver a la respiración será como volver a casa luego de un largo viaje. La respiración se convertirá en un refugio interno en el que podemos nutrir las semillas de nuestro bienestar, y uno que, mientras vivamos, estará siempre ahí para aliviar nuestro sufrimiento.


Mariela Herrero

Licenciada en Psicología (UNED, Barcelona). Instructora de meditación. Facilitadora de Barras de Access.

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