Ajahn Chah Subhatto fue uno de los maestros de meditación más importantes del siglo XX, y se le considera uno de los mayores representantes de la tradición tailandesa del bosque del budismo theravada.

El texto que reproducimos a continuación es una versión abreviada de la que figura online aquí. Para esta versión, se han seleccionado algunas de las preguntas que pueden aplicarse mejor a los meditadores laicos, es decir, aquellos que no llevan una vida monástica.


Este registro fue anotado unos días después de una sesión de preguntas y respuestas entre un grupo de monjes occidentales y Ajahn Chah, en 1972.

Estoy procurando practicar duramente, pero parece que esto no me lleva a ninguna parte.

Pero, precisamente esto es muy importante: que con la práctica, no procures llegar a lugar alguno. El mismo deseo de estar libre o iluminado, será el que te impedirá liberarte. Puedes procurar practicar tan duro como quieras, practicar ardientemente de día y de noche, pero si lo sigues haciendo con el deseo de lograr algo en tu mente, nunca vas a encontrar la paz. La fuerza de este deseo, será la causa de la duda y la inquietud. No importa por cuánto tiempo practiques ni cuán dura sea tu práctica, la sabiduría no va a surgir a partir del deseo. Así que, simplemente, déjalo ir. Mira la mente y el cuerpo atentamente, pero no procures alcanzar algo. No te apegues ni siquiera a la práctica de la iluminación.

¿Es recomendable leer mucho o estudiar las escrituras como parte de la práctica?

El Dharma del Buda no se encuentra en los libros. Si quieres realmente ver por ti mismo qué es lo que el Buda enseñó, no necesitas molestarte con los libros. Observa tu propia mente. Examínala para ver cómo las sensaciones van y vienen, cómo los pensamientos van y vienen. No te apegues a nada. Solamente sé consciente de cualquier cosa que esté ahí para ser vista. Éste es el camino de la verdad del Buda. Sé natural. Cualquier cosa que hagas en tu vida aquí, es una oportunidad para practicar. Todo esto es el Dharma. Cuando haces tus tareas, trata de estar consciente. Cuando vacías la escupidera o limpias el baño, no creas que lo estés haciendo como un favor para alguien más. Hay Dharma en vaciar el escupidero. No creas que sólo estás practicando mientras te sientas con los pies cruzados. Algunos de vosotros os quejasteis que aquí no hay suficiente tiempo para meditar. Pero, ¿hay suficiente tiempo para respirar? Esta es tu meditación: la atención consciente, la naturalidad en todo lo que haces.

¿Qué pasa con las dudas? Algunos días estoy plagado de dudas acerca de mi práctica o de mi progreso, o de mi maestro.

Dudar es algo natural. Todo el mundo empieza con las dudas. Puedes aprender muchísimo de ellas. Lo importante es que no te identifiques con tus dudas, es decir, no te quedes atrapado en ellas. Esto va a envolver tu mente en un círculo vicioso. En vez de esto, observa todo este proceso de la duda y de incertidumbre. Mira quién es él que duda. Mira cómo las dudas llegan y se van. Entonces, no serás más la víctima de tus dudas. Podrás alejarse de ellas y tu mente quedará en paz. Puedes observar cómo todas las cosas llegan y se van. Solamente suelta aquello a lo que estás apegado. Suelta las dudas y sólo observa. Es así cómo termina la duda.

¿Qué pasa con otros métodos de práctica? En estos días parece que hay demasiados maestros y demasiados diferentes sistemas de meditación, lo cual crea confusión.

Esto es como entrar en una ciudad. Uno puede acercarse a ella desde el norte, desde el sudeste, desde diferentes caminos. Frecuentemente, estos sistemas sólo difieren externamente. Si tú caminas de una manera u otra, rápido o despacio, no importa: si lo haces atentamente, da lo mismo. Hay un punto esencial, al cual toda buena práctica tiene que llegar finalmente: el no-apego. Al final, todos los sistemas de meditación deben dejar ir. Tampoco uno puede apegarse al maestro. Si un sistema da lugar al renunciamiento, al no-apego, entonces se trata de una práctica correcta.

Tú puedes tener deseo de viajar para visitar a otros maestros y probar a otros sistemas. Algunos de vosotros, de hecho así ya lo hicisteis. Este es un deseo natural. Pero vais a encontrar que ni las miles de preguntas que hicisteis ni el conocimiento de muchos sistemas os va a acercar a la verdad. Finalmente, os vais a aburrir. Vais a ver que solamente parando y examinando vuestra propia mente podéis hallar aquello de lo que el Buda habló. No hay necesidad de ir a buscar afuera. Al final, tendréis que retornar, para encontraros cara a cara con vuestra propia naturaleza. Es ahí dónde podéis entender el Dharma.

Todavía tengo muchos pensamientos. Mi mente divaga mucho, aún cuando trato de estar atento.

No te preocupes de esto. Trata de mantener tu mente en el presente. Cualquier cosa que surja en tu mente, sólo obsérvala. Déjala ir. Ni siquiera desea estar libre de pensamientos. Entonces, tu mente alcanzará su estado natural. No discriminando entre lo bueno y lo malo, entre el frío y el calor o entre lo rápido y lo despacioso. No más, mío ni tuyo, ni el yo, en absoluto. Solamente observa que esto simplemente es. Cuando caminas para pedir limosnas no necesitas hacer nada especial. Simplemente camina y observa cómo es esto. No hay necesidad de apegarse al aislamiento o la reclusión. Comoquiera que seas, conócete a ti mismo siendo natural y observador. Si surgen las dudas, observa cómo van y vienen. Esto es muy simple. No esperes nada.

Es como si estuvieras caminando por una calle cuesta abajo. Periódicamente, te encontrarás con los obstáculos. Cuando encuentras los impedimentos, sólo obsérvalos y supéralos dejándolos ir. No pienses acerca de los obstáculos que ya has superado. Tampoco te preocupes acerca de aquellos que todavía no ves. Clávate en el presente. No te preocupes acerca de la longitud del camino o acerca del destino. Todo cambia. Dondequiera que pises, no te apegues a esto. Finalmente, tu mente alcanzará su balance natural, donde la práctica se vuelve automática. Todas las cosas vienen y van por sí mismas.

Usted dijo que samatha y vipassana o concentración y perspicacia son lo mismo. ¿Podría explicarlo con más detalles?

Esto es muy simple. La concentración (samatha) y la sabiduría (vipassana) trabajan juntos. Primero llega la estabilidad, gracias a permanecer en el objeto de meditación. Esta es la quietud que ocurre solamente mientras estés sentado con tus ojos cerrados. Este es samatha y finalmente esta base del samatha, es la causa de que surja la sabiduría o vipassana. Entonces, tu mente es estable tanto cuando estés sentado con los ojos cerrados, o cuando caminas en medio de una ciudad bulliciosa. Esto es así. Alguna vez, eras el niño, ahora eres un adulto. ¿Es el niño y el adulto la misma persona? Tú puedes decir que lo es o, mirando de otra manera, puedes decir que son diferentes. De este modo, samatha y vipassana también podrían ser vistos como algo diferente. O, esto podría ser como la comida y las heces. La comida y las heces, podrían ser considerados la misma cosa, pero también podrían ser considerados como algo diferente. No creas simplemente en lo que yo diga, haz tu práctica y mira por ti mismo. No se necesita nada especial. Si examinas cómo surgen la concentración y la sabiduría, vas a conocer la verdad por ti mismo. En estos días, demasiada gente se apega a las palabras. Ellos llaman a su práctica “vipassana”. A samatha la miran con desprecio. O, ellos llaman a su práctica “samatha”. “Lo esencial es hacer samatha antes que vipassana –dicen-. Se trata de la estabilidad mental”. No te molestes en pensar de esta forma. Simplemente, haz tu práctica y vas a ver por ti mismo.

¿Cómo podemos superar la lujuria a través de nuestra práctica? A veces, me siento como si fuera esclavo de mis deseos sexuales.

La lujuria debería ser balanceada con la contemplación de lo repugnante. Estar atado a las formas corporales es un extremo y uno debería mantener en la mente lo opuesto. Examinar el cuerpo como si fuera un cuerpo muerto y mirar el proceso de su deterioro, o pensar en las partes del cuerpo, como los pulmones, el bazo, la grasa, los excrementos, etc. Recordar y visualizar estos aspectos repugnantes del cuerpo cuando surja la lujuria. Esto te liberará de ella.

¿Qué pasa con la ira? ¿Qué debería hacer cuando siento que surge la ira?

Tienes que usar el amor benevolente. Cuando los estados mentales de la ira surgen durante la meditación, balancéalos, desarrollando los sentimientos del amor benevolente. Si alguien hace algo mal o se vuelve airoso, tú no te vuelvas airoso también. Si lo haces, estarás siendo más ignorante que él. Sé sabio. Mantén en tu mente la compasión por esta persona que está sufriendo. Llena tu mente del amor benevolente como si se tratara de un querido hermano. Concéntrate en el sentimiento de amor benevolente como objeto de tu meditación. Irrádialo hacia todos los seres del mundo. Solamente a través del amor benevolente se puede superar la ira.

Algunas veces, podrías ver a otros monjes comportándose mal, lo cual podría contrariarte. Este sufrimiento no es necesario. Éste no es aún, nuestro Dharma. Podrías pensar esto: “Él no es tan estricto como yo. Ellos no son meditadores tan serios como nosotros. Aquellos monjes, no son monjes buenos”. Ésta es una gran impureza de tu parte. No hagas comparaciones. No discrimines. Deja ir tu opinión y observa tus opiniones, al igual que a ti mismo. Éste es nuestro Dharma. No puedes hacer que cada uno actúe como tú quieras o como a ti te gustaría. Estos deseos solamente te harán sufrir. Este es un error común que comenten los meditadores, pero mirar a otra gente no puede desarrollar sabiduría. Simplemente, examínate a ti mismo y tus sentimientos. Así es cómo vas a tener el entendimiento.

Me siento somnoliento muchas veces, lo que hace que me sea difícil meditar.

Hay diferentes maneras de superar la somnolencia. Si estás sentado en la oscuridad, muévete a un lugar iluminado. Abre tus ojos. Levántate y lava la cara o toma un baño. Si estás somnoliento, cambia la postura. Camina un poco. Camina hacia atrás. El miedo de tropezar con las cosas te mantendrá despierto. Si esto falla, estate quieto, clarifica la mente e imagina que estás en plena luz del día. O siéntate en el borde de un alto acantilado o un pozo profundo: ¡no te vas a arriesgar a dormir así! Si nada de esto funciona, entonces simplemente ve a dormir. Acuéstate cuidadosamente y trata de permanecer consciente hasta el momento de caer en el sueño. Luego, una vez despierto, levántate. No mires al reloj ni des vueltas. Empieza a estar atentamente consciente desde el mismo momento de tu despertar.

Si te encuentras somnoliento todos los días, trata de comer menos. Examínate a ti mismo. Tan pronto que comas unas cinco cucharadas y sientes que te están llenando, detente. Luego, toma agua hasta sentirte plenamente lleno. Ve y siéntate. Observa tu somnolencia y tu hambre. Tienes que aprender a balancear tu comida. A medida que tu práctica progrese, vas a sentirte naturalmente más enérgico y vas a comer menos. Pero tienes que ajustarlo tú mismo.

¿Cuál es el problema más grande de un discípulo nuevo?

Las opiniones. Los puntos de vista e ideas acerca de todas las cosas. Acerca de sí mismo, acerca de la práctica, acerca de la enseñanza del Buda. Muchos de aquellos que vienen aquí gozan de alta posición en su comunidad. Aquí hay ricos comerciantes o graduados universitarios, profesores u oficiales gubernamentales. Sus mentes están repletas de opiniones acerca de las cosas. Ellos son demasiado inteligentes para escuchar a otros. Esto es como el agua dentro de una taza. Si la taza está llena del agua sucia y estancada, es inútil. Solamente al echar esta agua afuera, la taza vuelve a ser útil. Vosotros tenéis que vaciar vuestras mentes de las opiniones, entonces podréis ver. Nuestra práctica va más allá de la inteligencia y la estupidez. Si tu piensas: “soy inteligente, soy rico, soy importante, entiendo todo acerca del budismo”, estás cubriendo la verdad del anatta o el no-yo. Todo lo que veréis será el yo, el ego, lo mío. Pero el budismo consiste en dejar ir al yo. La vacuidad, el vacío, el Nibbana.

Las impurezas, como la avidez o la ira, ¿son meras ilusiones o son reales?

Son ambas cosas. Nosotros llamamos a las impurezas “lujuria” o “avidez”, “ira” o “falsa ilusión”, y éstos son solamente los nombres externos, las apariencias. Al igual que llamamos a un cuenco “grande”, “pequeño”, “bonito” o cualquier cosa. Esto no es la realidad. Es el concepto que creamos por el anhelo. Si deseamos un cuenco grande, a éste le llamaremos “pequeño”. El anhelo causa en nosotros la discriminación. La verdad, sin embargo, es meramente lo que es. Míralo de esta manera: ¿eres un hombre? Puedes responder “sí”. Ésta es la apariencia de las cosas. Pero realmente, eres sólo una combinación de elementos o grupos de los componentes cambiantes. Cuando la mente es libre, no discrimina. No existe lo grande, lo pequeño, tú ni yo. No hay nada: anatta, decimos nosotros, o el no-yo. Realmente, al final, no hay ni atta ni anatta.

¿Podría explicar un poco más sobre el karma?

El karma es la acción. El karma es el apego. El cuerpo, el habla y la mente, todos hacen el karma mientras estamos apegados. Tenemos nuestros hábitos, que pueden hacernos sufrir en el futuro. Este es el fruto de nuestro apego, de nuestras impurezas pasadas. Todo apego conduce a la creación del karma. Supón que antes fueras un ladrón y ahora llegaste a ser monje. Antes robabas, hacías infelices a otros, hacías infelices a tus padres. Ahora eres monje, pero cuando te recuerdas cómo hacías infelices a otros te sientes mal y sufres todos los días. Recuerda, no sólo el cuerpo, sino también el habla y las acciones mentales pueden crear condiciones para los futuros resultados. Si hiciste alguna acción amable en el pasado y la recuerdas hoy, estás feliz. Este estado mental feliz es el resultado del karma pasado. Todas las cosas son condicionadas por las causas, en ambos sentidos: a largo plazo o cuando son examinadas momento tras momento. Pero tú no necesitas molestarte en pensar sobre el pasado, presente o futuro. Simplemente, observa tu cuerpo y mente. Tienes que figurarte el karma fuera de ti mismo. Observa tu mente. Practica y vas a ver claramente. Asegúrate, sin embargo, de dejar el karma de los demás a ellos mismos. No te apegues ni mires a otros. Si yo tomo el veneno, voy a sufrir. ¡No hay necesidad que tú lo compartas conmigo! Toma lo bueno que tu maestro te ofrece. Entonces, llegarás a estar en paz y tu mente llegará a ser como la de tu maestro. Si lo examinas, vas a ver. Incluso, si ahora no lo entiendes, cuando practiques, esto llegará a ser claro. Vas a conocer por ti mismo. Esto es lo que se llama practicar el Dharma.

Cuando éramos jóvenes, nuestros padres usaban la disciplina para con nosotros y nos poníamos airosos. Realmente, ellos querían ayudarnos. Tienes que verlo más a largo plazo. Los padres y los maestros nos critican y nosotros nos desconcertamos. Pero luego, vemos el por qué. Después de largo tiempo de práctica, vas a saber. Aquellos que se sienten demasiado astutos, lo abandonan luego de un corto tiempo. Ellos nunca aprenden. Tienes que eliminar tu astucia. Si te crees mejor que los demás, solamente vas a sufrir. Qué lástima. No hay necesidad de volverse desconcertado. Solamente observa.

He desarrollado unos estados mentales muy apacibles durante la meditación. ¿Qué debería hacer ahora?

Esto es bueno. Hacer la mente apacible, concentrada. Usa esta concentración para examinar el cuerpo y la mente. Cuando la mente no está en paz, igualmente deberías mirarla. Entonces, conocerás la verdadera paz. ¿Por qué? Porque vas a ver la impermanencia. Hasta la paz tiene que ser vista como algo impermanente. Si te apegas a los estados mentales apacibles, vas a sufrir cuando no los tengas. Abandona todo, hasta la paz.

¿Es cierto que Usted dijo que estaba preocupado por los discípulos demasiado diligentes?

Sí, es cierto. Estoy preocupado. Estoy preocupado a que no sean demasiado serios. Ellos tratan de practicar duramente, pero sin la sabiduría. Se ponen a sí mismos dentro de un sufrimiento innecesario. Algunos de vosotros habéis determinado llegar a iluminarse. Así que apretáis los dientes y lucháis todo el tiempo. Esto es practicar demasiado duro. Toda la gente es la misma: no conoce la verdadera naturaleza de las cosas (sankhara). Todas las formaciones, mentales o corporales, son impermanentes. Simplemente, observad y no os apeguéis.

Otros piensan que saben. Ellos critican, observan y juzgan: eso está bien, dicen. Dejad sus opiniones a ellos. Estas discriminaciones son peligrosas. Esto es como un camino con una curva muy peligrosa. Si pensaremos en los demás como peores, mejores o iguales a nosotros, todos nos estallaríamos en esta curva. Si discriminamos, sólo tendremos sufrimiento.

¿Podría usted repasar algunos de los puntos principales de nuestra discusión?

Tenéis que examinaros a vosotros mismos. Conocer quiénes sois. Conocer vuestro cuerpo y mente, simplemente observando. Sentados, acostados, comiendo: conocer vuestros límites. Usad la sabiduría. En la práctica no se trata de alcanzar algo. Simplemente estéis atentos a lo que es. Toda nuestra meditación es mirar directamente a la mente. Veréis el sufrimiento, su causa y su fin. Pero, tenéis que ser pacientes; mucha paciencia y mucha resistencia. Gradualmente, vais a aprender. El Buda enseñó a sus discípulos a estar con sus maestros, por lo menos, por cinco años. Tenéis que aprender el valor de la dádiva, de la paciencia y de la entrega.

No practiquéis de manera demasiado estricta. No os dejéis atrapar en las formas externas. Observar a otros es una mala práctica. Simplemente, sed naturales y observadlo. Nuestra disciplina de monjes y las reglas monásticas son muy importantes. Ellas crean un ambiente simple y armonioso. Usadlas bien. Pero, recordad: la esencia de la disciplina monástica consiste en mirar la intención y examinar la mente. Tenéis que tener sabiduría. No discriminar. ¿Os gustaría ser derribados como un pequeño arbolito del bosque que no es suficientemente grande y fuerte? Esto sería ridículo. No juzguéis a las otras personas. Hay una gran variedad de ellas. No es necesario llevar la carga de querer cambiarlos a todos.

Así que, sed pacientes. Practicad la moral. Vivid de manera simple y sed naturales. Ésta es la práctica que nos llevará a la abnegación. A la paz.


Mariela Herrero

Licenciada en Psicología (UNED, Barcelona). Instructora de meditación. Facilitadora de Barras de Access.

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