Los educadores felices cambian el mundo es el primer manual autorizado de las enseñanzas y prácticas desarrolladas por Thich Nhat Hanh y los educadores de Plum Village para ayudar a los maestros a cultivar la plena conciencia en sus propias vidas y en las de sus alumnos.

En el texto que sigue, Thich Nhat Hanh nos habla acerca de cómo lidiar con las emociones difíciles tanto dentro del aula como fuera de ella.


Es muy importante no intentar huir de las emociones dolorosas. En nuestra sociedad, la mayoría de las personas, jóvenes y educadores incluídos, intentan huir de las emociones dolorosas ocultándolas bajo cualquier otra cosa. Estamos dispuestos a hacer lo que sea para evitar enfrentarnos con el sufrimiento que hay en nosotros; ponemos música, buscamos algo que comer, navegamos por internet o miramos la televisión. La sociedad actual nos provee de innumerables bienes de consumo para ayudarnos a tapar nuestro sufrimiento. Y al consumir de esa forma, permitimos que el sufrimiento interno crezca sin cesar.

Solo podremos ver la salida a esta situación mediante la contemplación profunda de la naturaleza de nuestro sufrimiento. Si intentamos huir de ese sufrimiento, no tendremos ninguna posibilidad. Podemos aprender muchísimo de nuestro sufrimiento. Existe una hermosa flor llamada “loto”. Crece del lodo que se forma en el fondo del estanque y florece sobre su superficie. Cuando contemplamos una flor de loto, vemos el lodo. La felicidad es una especie de loto. Sin el componente del sufrimiento, no podemos generar felicidad. Esta es la más profunda enseñanza de la plena conciencia: esto es porque eso es. Porque existe el lodo, puede existir el loto.

Por eso, debemos entrenarnos en lidiar con nuestro sufrimiento en lugar de huir de él. ¿Cómo podemos hacerlo? Lo primero que debemos hacer es practicar la respiración consciente o la meditación caminando para generar energía de plena conciencia. El sufrimiento y el dolor son energías poco agradables, no deseamos que nos acompañen, huimos de ellas. Nuestra práctica consiste en todo lo contrario.

El cuidado de las emociones fuertes (de las formaciones mentales difíciles) con la plena conciencia se realiza en cinco pasos:

1. El primer paso es reconocer que esa emoción existe. Cuando hay alegría, reconocemos la presencia de la alegría. Cuando hay ira, reconocemos el hecho de la ira se ha manifestado. Puede ser útil llamar a esa emoción por su nombre. Si no reconocemos qué emoción está presente en nosotros, es muy difícil ocuparse de ella.

2. El segundo paso es aceptar la presencia real de esa emoción. Hay ira, no pasa nada; de hecho, es algo normal en el ser humano. Si no aceptamos la presencia de una emoción desagradable, es muy probable que sigamos alimentando esa emoción con nuestros pensamientos. Por lo tanto, no deberíamos tratar de ocultar o reprimir esa emoción difícil. La tarea de la plena conciencia es reconocer, aceptar, no reprimir ni luchar. Es la práctica de la no violencia, porque ese dolor eres , no es tu enemigo. Y la plena conciencia, eres , y ella te ayuda a transformar el dolor. Actuamos de la misma manera con emociones agradables como la felicidad. Necesitamos concedernos permiso para ser felices y seguir alimentando nuestra felicidad para que perdure.

3. El tercer paso es abrazar esa emoción con la plena conciencia, al igual que una madre abraza al bebé que llora. La madre lo toma entre sus brazos con ternura. Aún no sabe por qué sufre el bebé, pero el simple hecho de abrazarlo reduce su sufrimiento. Puede que en un primer momento no podamos identificar el origen de nuestro sufrimiento, pero al ser capaces de reconocerlo, aceptarlo y abrazarlo con ternura, ese sufrimiento se alivia ya en alguna medida.

4. El cuarto paso es contemplar con profundidad esa emoción. La luz de la plena conciencia nos ayuda a ver con claridad cuáles son las raíces de esa emoción difícil, la forma en la que nuestros pensamientos y percepciones han nutrido esas raíces. Contemplar esa emoción con claridad es esencial para transformar el compost de las emociones difíciles en las flores de la alegría, la paz y la felicidad.

5. El quinto paso es llegar a la visión profunda e intuitiva de que somos más que esa emoción. Incluso cuando nos abruma esa fuerte emoción, podemos ver que es una emoción impermanente, que cambia sin cesar. Vemos que el ámbito de nuestro ser es vasto, que una emoción es solamente un elemento mínimo. Gracias a esa profunda visión, sabemos que la transformación es posible. 

Gracias a la práctica de la respiración abdominal profunda, podemos sobrevivir con facilidad a una tormenta emocional. Pero no deberíamos esperar a que lleguen esas emociones para empezar a practicar. Debemos empezar en este mismo momento. Si cada día practicamos durante cinco o diez minutos, la próxima vez que surja una emoción difícil recordaremos de forma natural regresar a la respiración, y sobreviviremos mejor a la tormenta. Cuando hayamos dominado esta práctica, podremos transmitírsela a los estudiantes. Muchos de ellos padecen emociones difíciles en el aula, y no sabemos cómo tratarlas. Los educadores debemos ayudarlos a prepararse para la llegada de esas emociones. Si un niño o una niña sufre una crisis en el aula, puedes ofrecerle tu ayuda para que practique la respiración abdominal profunda; algún día podrá hacerlo sin ayuda de nadie. Enseñándole a hacerlo ahora, puedes salvarle la vida.

Los educadores felices cambian el mundo enseña a maestros de educación primaria, docentes universitarios, profesores de secundaria y miembros del personal educativo en general que, para poder llevar a cabo una buena enseñanza en las escuelas, las universidades y las aulas, es importante que primero incorporen en ellos mismos la práctica y la transformación a través del mindfulness.


Mariela Herrero

Licenciada en Psicología (UNED, Barcelona). Instructora de meditación. Facilitadora de Barras de Access.

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