Compartimos un relato del libro La vaca que lloraba, por Ajahn Brahm.


Esta era una de las historias favoritas de mi maestro, Ajahn Chah, del nordeste de Tailandia. Una pareja de recién casados fue a dar un paseo por el bosque después de cenar. Era una agradable noche de verano y estaban disfrutando de un maravilloso paseo hasta que oyeron un sonido a lo lejos:

-¡Cuac! ¡Cuac!
-Escucha eso -dijo la esposa-, debe de ser una gallina.
-No, no. Era un pato-dijo el marido.
-No, estoy segura de que era una gallina -insistió ella.
-Imposible. Las gallinas hacen «Co-co-co-co-co», y los patos hacen <<¡Cuac! ¡Cuac!>> Es un pato, querida -dijo él, con los primeros signos de irritación.
-¡Cuac! ¡Cuac! -se oyó de nuevo.
-¿Lo ves? ¡Es un pato! -dijo él.
-No, querido. Es una gallina. Estoy segura -afirmó ella, manteniéndose en sus trece.
-¡Escucha, mujer! Eso… es… un… pato. ¡P-A-T-O, pato! ¿Comprendes? -dijo él airadamente.
-¡Es una gallina! -protestó ella.
-¡Es un condenado pato! ¡Tú, tú…!

Y de nuevo se oyó un «¡Cuac! ¡Cuac!>> antes de que él dijera algo que no debía.

-Es una gallina… -repitió la esposa a punto de echarse a llorar.

Al ver brotar las lágrimas de los ojos de su esposa, el marido recordó por qué se había casado con ella. Su rostro se suavizó y dijo amablemente:

-Lo siento, querida. Me parece que tienes razón. Es una gallina.
-Gracias, querido -respondió ella, apretándole la mano.
-¡Cuac! ¡Cuac! -se oyó a través de los árboles, mientras continuaban con su paseo de enamorados.

Lo esencial de la historia, de lo que el marido finalmente se dio cuenta, es: ¿qué importancia tenía que fuera una gallina o un pato? Lo que realmente importaba era la armonía entre ellos y el hecho de que pudieran disfrutar de su paseo en aquella agradable noche de verano. ¿Cuántos matrimonios se rompen por asuntos sin importancia? ¿Cuántos divorcios hay a cuenta de una discusión «gallina o pato»?

Cuando comprendemos esta historia, recordamos nuestras prioridades. El matrimonio es más importante que el tener razón sobre si es un pollo o un pato. En cualquier caso, ¿cuántas veces hemos estado absolutamente convencidos, sin sombra de duda, de que teníamos razón, y hemos descubierto más tarde que estábamos equivocados? ¿Quién sabe?… ¡Podía haber sido una gallina genéticamente modificada para que sonara como un pato!

(Por mor de la igualdad de género y no complicarme mi vida de monje, cuando cuento esta historia suelo ir alternando los papeles sobre quién dice que es una gallina y quién dice que es un pato).

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Mariela Herrero

Licenciada en Psicología (UNED, Barcelona). Instructora de meditación. Facilitadora de Barras de Access.

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