Compartimos un relato del libro La vaca que lloraba, por Ajahn Brahm.


En mi primer año en Tailandia, éramos llevados de monasterio en monasterio en la parte de atrás de un pequeño camión. Por supuesto, los monjes veteranos tenían los mejores asientos, en la cabina delantera. Los monjes jóvenes nos sentábamos apretados en los duros bancos de madera colocados en la caja. Encima de los bancos había una estructura de metal baja, sobre la que se extendía una lona alquitranada para protegernos de la lluvia y el polvo.

Las carreteras estaban muy sucias y en muy malas condiciones. Cuando las ruedas cogían un bache, el camión bajaba y los monjes jóvenes subíamos. ¡Crack! Muchas veces me golpeé la cabeza contra esas duras estructuras de metal. Además, como era un monje calvo, no tenían ningún «colchón» para amortiguar el golpe.

Juraba cada vez que me golpeaba la cabeza -en inglés, por supuesto, para que los monjes tailandeses no pudieran entenderlo. Pero cuando ellos se golpeaban la cabeza, ¡simplemente se reían! No podía explicármelo. ¿Cómo te puedes reír cuando te das un golpe tan fuerte y tan doloroso en la cabeza? Tal vez, pensé, aquellos monjes tailandeses ya se habían dado golpes en la cabeza muchas veces y tenían algún daño permanente.

Dado que tenía una cierta mentalidad científica, decidí hacer un experimento. Resolví que la próxima vez que me golpeara la cabeza, me iba a reír, como hacían los monjes tailandeses, solo para ver qué pasaba. ¿Y qué es lo que descubrí? Pues descubrí que si te ríes cuando te das un golpe en la cabeza, el golpe duele mucho menos.

La risa libera endorfinas en la corriente sanguínea, que son analgésicos naturales. También incrementa el sistema inmunitario para sobreponerse a cualquier infección. Por eso es bueno reír cuando se siente dolor. Y al que no me crea le invito a que lo haga la próxima vez que se dé un golpe en la cabeza.

La experiencia me ha enseñado que, cuando la vida es dolorosa, duele menos si le ves el lado divertido y te las apañas para reírte.


Mariela Herrero

Licenciada en Psicología (UNED, Barcelona). Instructora de mindfulness. Coach ontológico en formación.

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