Compartimos un fragmento del libro Un corazón pleno de paz, por Joseph Goldstein.


Es una vivencia reveladora al tiempo simple y profunda: la felicidad genuina no proviene de acumular más y más sensaciones agradables. Si discurrimos sobre nuestras vidas y las muchas cosas gratas y sentimientos placenteros que hemos experimentado, ¿nos han proporcionado acaso satisfacción duradera? Sabemos que no lo han hecho, precisamente porque no duran.

La sociedad y la cultura popular refuerzan nuestra creencia de que la felicidad proviene ante todo de las sensaciones agradables. Un anuncio de cigarrillos representa a una hermosa pareja, recostados juntos, en un paraje paradisíaco, sosteniendo un pitillo en sus manos. El eslogan dice: “Nada se interpone en el el rumbo de mi placer”. Puede que percibamos su trasfondo en cuanto al tabaco, pero el mismo principio gravita abrumador sobre nuestras vidas: Consigue esto y serás feliz, siente aquello y serás feliz.

El tremendo peligro es que esta creencia, que la felicidad genuina proviene sólo de las sensaciones agradables, se convierte en un potente aliciente para permanecer apartados de cualquier cosa ingrata. pero al mantenernos cerrados a todo lo desagradable, permanece también cerrado nuestro propio manantial de compasión.


Mariela Herrero

Licenciada en Psicología (UNED, Barcelona). Instructora de mindfulness. Coach ontológico en formación.

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