En este texto, Thich Nhat Hanh aborda la relación entre el pensamiento budista y la doctrina hegemónica de su tiempo: el brahmanismo.


El budismo nació hacia fines del siglo VI antes de nuestra era. La palabra “budismo” viene del verbo sánscrito “budh”, que en las escrituras védicas significa principalmente “saber” y también “despertar”. El que sabe, el que se ha despertado es llamado “Buddha” (Buda). Los chinos han traducido la palabra Buddha por “la persona despierta”. El budismo, por consiguiente, es una doctrina del despertar, una doctrina del conocimiento. 

Pero Buda ha hecho saber, desde los comienzos, que este despertar, este conocimiento, no pueden ser adquiridos sino por la práctica del “camino” y no por los estudios y la especulación. Al mismo tiempo percibimos otro aspecto particular del budismo: la salvación, en el budismo, se logra por medio de la sabiduría y no por la gracia o los méritos. 

La aparición del budismo en la historia de la India debe ser considerada como una nueva visión respecto a la humanidad y a la vida. Esta visión supone en primer lugar una reacción contra las concepciones y prácticas brahmánicas que dominaban a la sazón en la sociedad de la India. Por ello la doctrina del budismo, al reaccionar contra el pensamiento y la sociedad brahmánicas, es de naturaleza netamente revolucionaria. 

¿Qué era esa sociedad? Desde el punto de vista del pensamiento, la autoridad de la tradición brahmánica lo dominaba todo: la revelación védica, la supremacía divina de Brahma y el milagroso poder de los sacrificios eran los tres principios fundamentales que ni siquiera se podían discutir. 

Desde el punto de vista de la creencia, Brahma, Vishnú, Shiva eran el objeto de todos los cultos. Desde el punto de vista filosófico, los pensamientos védicos y upanishádicos eran la base de todos los conceptos filosóficos. La sankhya, el yoga y las seis escuelas filosóficas habían nacido y se habían desarrollado sobre esa base. 

El budismo se oponía con toda su fuerza a esa autoridad védica absoluta y a todos los puntos de vista que surgían de ella. Desde el punto de vista de la creencia, el budismo rechazaba todos los deísmos y todas las formas de sacrificio. Desde el punto de vista social, combatía el sistema de castas, acogía a los intocables en sus órdenes de la misma forma que acogería a un rey. (Habiendo encontrado Buda a un intocable que acarreaba excrementos, lo llevó a la orilla del río para lavarlo, lo condujo a su casa y lo aceptó en su comunidad, no sin las protestas de los demás.) Desde el punto de vista intelectual, rechazaba vigorosamente el concepto del Yo (atma), que es el núcleo mismo del brahmanismo.

Puede verse cómo Buda ha reaccionado contra la corriente del pensamiento de su tiempo leyendo, por ejemplo, el Brahmajasutta, que forma parte de la serie de Discursos largos (Dighanikaya). Su oposición al pensamiento brahmánico debe ser considerada ante todo como una reacción, como una revuelta, más que como un esfuerzo por presentar el punto de vista budista. Esta oposición total al brahmanismo no significa que todos los pensamientos contenidos en los Vedas y los Upanishads sean erróneos o contrarios a la verdad. Esta oposición es como un trueno que trata de producir un gran choque para cambiar las costumbres, los hábitos y los modelos de pensamiento que habían llevado a la sociedad a un callejón sin salida. 

Precisamente porque el brahmanismo consideraba el concepto de yo (atma) como un concepto básico para su metodología y su ontología, Buda expuso la doctrina del anatma (no-yo). ¿Qué quiso decir Buda? Este yo del que hablas, poco importa que sea el gran yo o el pequeño yo; no es más que un concepto que no corresponde a realidad alguna. Eso es lo que Buda quiso decir.

Si pensamos en términos ontológicos, diremos que la doctrina del no-yo es considerada por Buda como una verdad que se opone a la doctrina del yo, pero esto es un error. Si pensamos en términos de metodología, veremos inmediatamente que la noción del no-yo es un antídoto que tiende a liberarnos de la prisión de los dogmas. Antes de examinar el problema de lo verdadero y de lo falso, es preciso examinar el problema de la actitud y del método. Eso nos permitirá decir que la noción del no-yo nace ante todo como reacción contra la noción del yo brahmánico, y no como un descubrimiento independiente del pensamiento de su tiempo. Pero si ante todo fue una simple reacción, luego iba a servir de punto de partida a una nueva comprensión.

Publicada originalmente en 1974, Las claves del zen aparece ahora completamente revisada para adaptarse a las siempre cambiantes necesidades de los tiempos modernos y cumplir con mayor eficacia su objetivo de dar a conocer cabalmente la filosofía zen en Occidente.

claves del zen

Mariela Herrero

Licenciada en Psicología (UNED, Barcelona). Instructora de meditación. Facilitadora de Barras de Access.

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