¿Qué es ser perfeccionista? ¿Es bueno en algunas ocasiones? Estas son preguntas que surgen frecuentemente en los cursos que imparto. Desde mi perspectiva, ser perfeccionista rara vez es beneficioso. ¿Por qué? Porque conlleva sufrimiento. Cuando nos aferramos a la idea de perfección, sufrimos porque nunca alcanzamos los estándares a los que aspiramos.

A veces confundimos el perfeccionismo con hacer las cosas con dedicación y precisión. Sin embargo, hay una gran diferencia entre ambos. El perfeccionismo se centra en estándares imaginarios, metas que existen solo en nuestra mente. Nuestro enfoque se dirige exclusivamente hacia los resultados.

Si consultamos el diccionario, el perfeccionismo se define como: “Tendencia a mejorar indefinidamente un trabajo sin decidirse a considerarlo acabado.” En cambio, hacer las cosas lo mejor posible implica concentrar nuestra energía en la tarea, hacer nuestro mejor esfuerzo y luego soltar el resultado. Porque, creámoslo o no, el resultado final no está totalmente bajo nuestro control. Lo único que controlamos es nuestra dedicación y ejecución.

Cuando nos dejamos llevar por el perfeccionismo, el resultado “perfecto” nunca llega, porque es una ilusión. Pero el perfeccionismo va más allá de cómo realizamos nuestras tareas. También se refleja en nuestro sistema de creencias, causándonos gran sufrimiento cuando la realidad no cumple con nuestras expectativas idealizadas.

¿Qué podés hacer si sufrís por el perfeccionismo? En primer lugar, darte cuenta de que no sos perfeccionista; simplemente te comportás como tal en ciertas áreas o situaciones. Esta percepción te da una visión más clara de tu situación. Además, observá cómo te sentís cuando actuás de esa manera. ¿Disfrutás lo que hacés? ¿Podés abrirte a los demás?

Descubrir el motivo detrás de tu perfeccionismo también puede ser revelador. ¿Buscás validación externa? ¿Tenés miedo al fracaso? Comprender estas motivaciones te va a ayudar a cultivar una relación más saludable con vos mismo y con tus metas.

En conclusión, el perfeccionismo puede parecer noble, pero en realidad suele ser un obstáculo para el bienestar emocional y la productividad. Esforzate por hacer lo mejor que puedas en cada tarea y luego dejala ir. La verdadera satisfacción viene de disfrutar del proceso, no de alcanzar una perfección ilusoria.

Categorías: Notas

Mariela Herrero

Licenciada en Psicología (UNED, Barcelona). Instructora de meditación. Facilitadora de Barras de Access.

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