¿Te enfrentaste alguna vez a un procedimiento médico que te generó demasiada ansiedad o miedo? Resonancias magnéticas, tratamientos de conducto, o cualquier otro procedimiento en el que debamos permanecer conscientes pueden resultar extremadamente estresantes. Sin embargo, también son una muy buena ocasión para poner en práctica la atención plena.

El mindfulness puede ser un gran aliado para transitar estas experiencias de forma más amable y ecuánime. La práctica de la atención plena invita a estar presentes en el momento, a observar las sensaciones sin juzgar ni huir de ellas, y ello se convierte en una herramienta crucial en momentos de ansiedad o miedo intenso.

También puede reducir la percepción del dolor y la ansiedad. Esto se debe, en parte, a que la práctica enseña a las personas a aceptar las sensaciones desagradables sin necesidad de luchar o evitarlas, lo cual suele aliviar la experiencia negativa. En lugar de escapar del dolor o la incomodidad, la técnica te propone observar lo que sucede con una actitud de apertura y curiosidad, lo que lleva a una transformación en la manera de experimentar ese momento.

En lo personal, puedo transitar de un modo más amable la fobia a la sangre y a las agujas a través del mindfulness, aprendiendo a aceptar el malestar sin anticiparlo con terror. Esto no solo reduce el impacto de la ansiedad, sino que me permite enfrentar procedimientos médicos con mayor ecuanimidad y claridad mental.

De manera similar, muchos de mis alumnos me compartieron que el mindfulness los ayudó a transitar estudios que les resultaban emocionalmente abrumadores, como resonancias o procedimientos invasivos. Algunos incluso expresaron una gran alegría al poder atravesar estas experiencias sin sentirse desbordados por el miedo o la ansiedad.

Cómo aplicar el mindfulness en este tipo de situaciones

Sin embargo, es importante destacar que la capacidad de aplicar el mindfulness en momentos de grandes desafíos como estos no surge de manera espontánea. Requiere una práctica regular y consciente, ya que es a través de la repetición y la familiarización con la práctica que desarrollamos un hábito de presencia y estabilidad. Es similar a fortalecer un músculo: si no se practica de manera consistente, en medio de una tormenta emocional será difícil acceder a ese ancla de calma. Trabajar de forma regular es como sembrar una semilla que, con tiempo y dedicación, florece cuando más lo necesitamos.

Dicho esto, la aceptación es un componente clave en la práctica. Se trata de permitir que el dolor, la ansiedad o el malestar estén presentes, sin rechazar lo que sucede en el cuerpo o la mente. Aceptar no significa resignarse al sufrimiento, sino reconocer que está ahí y, al hacerlo, dejar de agregar capas adicionales de estrés y angustia.

En cuanto a las técnicas propiamente dichas, algunos recursos son:

  • Focalizar la atención en la respiración: Utilizar la respiración como ancla para mantenerse en el presente, observando cada inhalación y exhalación.
  • Escanear el cuerpo: Realizar un recorrido mental de las diferentes partes del cuerpo, observando las sensaciones sin intentar modificarlas.
  • Etiquetar pensamientos y emociones: Reconocer los pensamientos y emociones que surgen (“esto es miedo”, “esto es incomodidad”) y dejarlos pasar sin aferrarse a ellos.

Te invito a que, si tuviste una experiencia en la que el mindfulness te haya ayudado a transitar algún procedimiento médico difícil, compartas tu historia. Al igual que yo y muchos de mis alumnos, podés encontrar en esta práctica un recurso transformador en momentos de desafío físico y emocional.

Categorías: Notas

Mariela Herrero

Licenciada en Psicología (UNED, Barcelona). Instructora de meditación. Facilitadora de Barras de Access.

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