La práctica regular del mindfulness está estrechamente ligada al cultivo de ciertas cualidades como la mente de principiante, la ecuanimidad o el desapego.

Para obtener frutos es necesario cultivar estas cualidades desde el comienzo, al iniciarnos en la práctica, y segur haciéndolo a lo largo de nuestro recorrido espiritual. Nunca dejamos de regar las semillas. Es importante conocerlas y observarlas tanto en la meditación como en nuestra vida cotidiana, para comprender, así, su verdadero significado.

Las cualidades del mindfulness son interdependientes: cada una de ellas influye en las demás, y cultivar una ayuda al desarrollo de las otras.

La mente de principiante, por ejemplo, consiste en contemplar las cosas de un modo nuevo, como si, movidos por la curiosidad, las viésemos por primera vez.

No juzgar implica el cultivo de la observación imparcial de cualquier experiencia, sin etiquetar los pensamientos, sentimientos y sensaciones como buenos o malos, correctos o equivocados, justos o injustos, sino tomando simple nota de su aparición instante tras instante.

La aceptación es la cualidad de la conciencia que nos permite admitir lo que sucede o ha sucedido, tal como ha ocurrido, más allá de nuestras preferencias o juicios de valor.

La ecuanimidad es el equilibrio frente a las situaciones cotidianas. Se trata de un estado en el que no nos vemos afectados por éxitos o fracasos, ganancias o pérdidas, alabanzas o críticas, placer o dolor. Es el resultado de una concentración perfecta, en la que una persona observa sin reaccionar.

El desapego es una cualidad que nos ayuda a soltar aquello que con el tiempo empezamos a considerar “propio”, ya sean ideas, objetos, personas o situaciones. Es una forma de ceder el control, especialmente sobre los resultados.

La confianza es el reconocimiento de que no podemos estar en control de cada pequeño detalle de nuestra vida, y que por lo tanto lo más inteligente y práctico es confiar en que, más allá de lo que suceda, estaremos bien. Esto implica confiar en nosotros mismos, en nuestra intuición, y en las sensaciones sutiles que nos ofrece el cuerpo.

La paciencia tiene que ver con aceptar el hecho de que todas las cosas deben desarrollarse en su propio tiempo. Es una forma de sabiduría que da el espacio necesario a las experiencias.

Lo más probable es que la mayoría de estas cualidades no te parezcan una novedad. Sin embargo, ponerlas en práctica conlleva el desafío de volver a aprenderlas, para mirarlas con una mirada fresca y una mente abierta.


Mariela Herrero

Licenciada en Psicología (UNED, Barcelona). Instructora de meditación. Facilitadora de Barras de Access.

2 Comentarios

Norma Mejia Paz · 15 enero, 2021 en 11:03 pm

Excelente gracias, es muy importante

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