La impermanencia es una ley universal que, en términos sencillos, determina que nada permanece en un mismo estado o, lo que es lo mismo, que todo está cambiando permanentemente.

Es sólo una apariencia la que nos lleva a pensar que las cosas, las personas o las situaciones son siempre las mismas, una cuyo poder reside enteramente en nuestra falta de perspectiva.

La tierra gira alrededor del sol a una velocidad promedio de 29,8 kilómetros por segundo, pero ninguno de nosotros percibe ese movimiento; es sólo a través de las estrellas y los instrumentos de medición que podemos constatarlo.

De forma similar, una montaña nos parece siempre la misma montaña. Un río, el mismo río. Un árbol, el mismo árbol. Una flor, la misma flor. A medida que nos centramos en cosas más aprehensibles, nos cuesta menos comprender de qué manera cambian: la flor se marchitará en unos días, y el árbol quizá pierda sus hojas en el otoño. Pero el río también cambia cada instante, y la montaña algún día desaparecerá, aunque no estemos aquí para verlo.

Uno se apega a la idea de que ciertas cosas no cambian, de que permanecen iguales a lo largo de nuestra vida. Pero en verdad no sólo cambian, sino que lo están haciendo todo el tiempo, aunque lo hagan de forma imperceptible para nosotros; en ese sentido, nuestra visión es extremadamente limitada, sobre todo cuando se trata de reconocer la impermanencia en nosotros mismos.

Cuando llegamos a conocer bien a una persona, muchas veces creemos que la hemos descifrado. Sabemos cuáles son sus hábitos, sus preferencias, sus reacciones. Pero ese saber nos muestra solamente lo que nuestra costumbre necesita ver. Los cambios, incesantes e inevitables, permanecen por debajo de nuestro registro, salvo cuando son demasiado grandes como para que los notemos ⏤dejó de fumar, bajó de peso, está deprimido, etc.

La impermanencia nos recuerda que nadie nunca es la misma persona, que todos estamos en continua transformación a pesar de que a simple vista no lo veamos. Nuestro intento por negar esa transformación es natural, una vieja costumbre que nos lleva a aferrarnos a una idea de la realidad y de nosotros mismos para poder identificarnos y sentirnos más seguros. Pero a la larga, ese apego por lo que en realidad es transitorio nos causa mucho sufrimiento.

En La Vipassana, William Hart retoma las enseñanzas de S. N. Goenka sobre la impermanencia y escribe:

Cuando en nuestra exploración del cuerpo y de la mente alcanzamos el nivel más profundo, advertimos que no hay ningún núcleo inmutable, ninguna esencia que quede al margen de los procesos, nada que esté exento de la ley de la impermanencia; sólo hay un fenómeno impersonal que cambia y está fuera de nuestro control. […] Vemos entonces claramente otra realidad: cualquier esfuerzo por asirnos a algo diciendo: “Esto soy yo”, esto es “mío”, por fuerza nos hará infelices, porque ese algo o ese yo al que nos hemos aferrado desaparece, tarde o temprano. El apego a lo que es impermanente, transitorio y queda fuera de nuestro control, es sufrimiento: dukkha.

William Hart: La vipassana, el arte de la meditación; Editorial Edaf, Buenos Aires (2007)

La impermanencia es una invitación constante a reconocer el movimiento de todo lo que nos rodea, de todo lo que nos atraviesa y que, en apariencia, nos constituye. Y a sentirnos libres en la inseguridad de no saber qué nos depara ese movimiento, hacia dónde nos llevará, o cómo. Esa es, acaso, su mayor bondad.

En La otra orilla (1973), Li Ping escribió:

El mundo se ha hecho una idea de ti.
No te aferres a ella, ya que no puede reflejar
los innumerables cambios en tu vida:
si te ves en ella como en un espejo
te engañarás a ti mismo.

Tu Yo se ha hecho una idea de sí mismo.
No te aferres a ella, ya que no puede reflejar
los innumerables cambios en tu vida:
Si te ves en ella como en un espejo
te engañarás a ti mismo.

Abandona aquello con lo que te identificas.
No son más que huellas en la arena, prontas a ser barridas
por las mareas del tiempo y de la muerte.

Categorías: Notas

Mariela Herrero

Licenciada en Psicología (UNED, Barcelona). Instructora de meditación. Facilitadora de Barras de Access.

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