Eline Snel es una terapeuta holandesa que desde hace años trabaja en un método de meditación específico para los niños. Tranquilos y atentos como una rana es su primer libro sobre el tema, en el que ofrece historias junto con ejercicios simples que los niños de 5 a 12 años pueden poner en práctica a diario para mejorar su concentración, dormir mejor, estar en calma y sentirse más seguros.

En el texto que sigue, la autora nos habla de cómo ayudar a los niños (y a nosotros, los adultos) a lidiar con los sentimientos difíciles.


Como es lógico, quieres sacarte rápidamente de encima aquellos sentimientos que perturban tu bienestar, mientras que aquellos que son agradables quisieras tenerlos siempre contigo. Quisieras que siempre fuese tal como es ahora.

Tan pronto como los sentimientos son perceptibles en tu cuerpo, encuentran de inmediato la compañía de tus pensamientos. Pensamientos acerca de ti mismo: «Si dejo entrever que estoy triste, pensarán que soy débil». O pensamientos acerca de otros: «Si me vas a estar mirando con esa cara de enfado, vete a tu habitación. No quiero ver esa cara en la mesa».

Con este tipo de opiniones, a menudo parece que los sentimientos no merecen tu aprobación, por lo que también te desapruebas a ti mismo. Nada es menos cierto: los sentimientos son simplemente sentimientos, pero no SON tú, tú los TIENES.

Al contrario de lo que pensamos a menudo, los sentimientos no tienen una larga vida. Es al preocuparnos cuando parecen ser de más duración. Si enseñas a tus hijos a aceptar, sentir y reconocer sus sentimientos, les enseñas algo de un valor esencial. No necesitan apartarlos, cambiarlos o expresarlos de inmediato. Es suficiente con sentirlos y prestarles atención. Una atención amable.

El arte de manejar los sentimientos es enseñar a tus hijos lo siguiente:

  • Que no necesitas encontrarte arrastrado por ellos o no tienes que apartarlos: puedes sentirlos en tu cuerpo, observarlos y darles atención, hasta que cambian por sí mismos. También puede ser de ayuda expresarlos o dibujarlos: esto es dolor, o esto es enfado; me siento contento o traicionado.
  • Que tú no eres tus sentimientos, pero que los tienes. No es que sea un llorón, estoy triste.
  • Que todos los sentimientos están bien, pero no todos los comportamientos. El comportamiento puede cambiarse, los sentimientos no.

Al igual que los adultos, los niños pueden quedar muy confundidos ante la intensidad de ciertos sentimientos. A menudo no saben qué hacer con ellos. En estos casos, es bueno que los padres les enseñemos a ser conscientes de la intensidad de esos sentimientos. Con una atención plena, abierta, sin juzgar.

Permitir, de forma comprensiva, que el dolor, el miedo, la ira o la alegría estén presentes es algo que conforta a los niños. Les enseña a capear la intensidad del temporal. También aprenden que todos los sentimientos desaparecen al cabo de un tiempo. Igual que un aguacero.

Si el sentimiento prevalece, puede ser de ayuda buscar una distracción, jugando a cualquier cosa o acariciando a su mascota. Sentirse abrazados o sentarse en el regazo de papá o mamá. En ocasiones prefieren hablar de ello, entonces, escuchar de verdad es suficiente. Otras veces no quieren hablar de nada. Decirles que estás ahí, para cuando sí quieran hablar, también es suficiente.

Basándose en el método de mindfulness desarrollado por Jon Kabat-Zinn, Eline Snel ofrece en Tranquilos y atentos como una rana un conjunto de historias y ejercicios para que tanto niños como adultos aprendan a incorporar la meditación en su día a día y mejoren su calidad de vida.

tranquilos y atentos como una rana

Mariela Herrero

Licenciada en Psicología (UNED, Barcelona). Instructora de meditación. Facilitadora de Barras de Access.

1 Comentario

Julia · 22 enero, 2021 en 7:27 pm

Hermoso libro!

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