Quizás estemos acostumbrados a asociar el sufrimiento con grandes tragedias o desgracias. Sin duda, el sufrimiento asociado a estas vivencias es realmente doloroso. Pero también hay un sufrimiento que solemos perder de vista y que está presente de manera constante, afectando nuestro bienestar diario. Solo hace falta mirar con un poco de atención para darnos cuenta de cuánta felicidad nos roba de forma sutil.

A través del contacto con las demás personas y de nuestras propias vivencias, podemos identificar tres principales fuentes de sufrimiento que impactan en nuestra rutina diaria:

  • El estrés: Una carga que muchos llevamos en nuestros hombros. Ya sea por presiones laborales, financieras o personales, el estrés puede afectar profundamente nuestra calidad de vida.
  • La ansiedad y la preocupación: La incertidumbre sobre el futuro y la preocupación constante pueden generar una sensación abrumadora de ansiedad. Esta angustia emocional puede provenir de diversas fuentes y afectar nuestra estabilidad mental.
  • Dolor emocional: Todos hemos experimentado algún tipo de dolor emocional en nuestras vidas, ya sea por pérdidas, desilusiones o relaciones complicadas. Este tipo de sufrimiento puede persistir y afectar nuestra salud emocional.

Ahora bien, ¿cómo podemos enfrentar estas fuentes de sufrimiento en nuestra vida diaria? Una práctica que ha demostrado ser efectiva es el mindfulness. Al incorporar la atención plena en nuestras rutinas diarias, podemos cultivar una mayor conciencia de nuestras emociones y pensamientos, lo que nos permite responder de manera más efectiva a las situaciones estresantes.

No nos olvidemos que somos seres de hábitos y, así como podemos tener el hábito de reaccionar con estrés, ansiedad, enojo o pena, también podemos incorporar el hábito de vivir en el presente, con calma y felicidad. Aquí les dejo tres hábitos fáciles de implementar para comenzar a practicar el mindfulness y generar un cambio real:

  • Respiración consciente: Tómate unos minutos cada día para concentrarte en tu respiración. Observa cómo entra y sale el aire de tu cuerpo. Esto te ayudará a calmar tu mente y reducir los síntomas de estrés. No necesitas nada, ni siquiera ser un gran meditador, solo detente unos momentos cada día y date cuenta de cómo se siente la respiración en tu cuerpo. Puede ser al despertarte, al acostarte, al final del trabajo, al principio… formula tu propio hábito.
  • Conexión con las actividades cotidianas: Es lo contrario de hacer algo de forma distraída. Ya sea lavando los platos, caminando o comiendo, trata de estar completamente presente en la actividad que estás realizando. Observa los detalles, conecta con las sensaciones del cuerpo y saborea cada momento sin dejar que la mente divague hacia el pasado o el futuro.
  • Práctica de gratitud: Toma un momento cada día para reflexionar sobre las cosas por las que estás agradecido. Puede ser algo tan simple como el sol brillando afuera o el apoyo de un ser querido. La gratitud nos ayuda a enfocarnos en lo positivo y a cultivar una actitud más positiva hacia la vida. Y, sobre todo, a ser consciente de los grandes milagros que hoy tenemos y muchas veces damos por hecho.

Los invito a incorporar estos sencillos consejos de mindfulness en su día a día. Con práctica y perseverancia, podemos aprender a enfrentar el sufrimiento con compasión y resiliencia. Y si sienten que se trata de algo valioso en lo que quisieran profundizar, no dejen de anotarse en nuestro taller online de atención plena.

Categorías: Notas

Mariela Herrero

Licenciada en Psicología (UNED, Barcelona). Instructora de meditación. Facilitadora de Barras de Access.

0 Comentarios

Deja un comentario

Avatar placeholder

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *