El cultivo de la sabiduría y de la compasión son dos aspectos esenciales de la práctica del mindfulness.

El cultivo de la sabiduría nos ayuda a tener una mente gozosa y en paz en cualquier ocasión, gracias al conocimiento profundo de nosotros mismos. La práctica de la compasión, por su parte, tiene que ver con el cultivo del amor incondicional.

Cuando trabajamos en el cultivo de la sabiduría regamos las semillas de la compasión. Cuando trabajamos en el cultivo de la compasión regamos las semillas de la sabiduría. El cultivo de una es inherente al cultivo de la otra.

El maestro Zhihan, monje budista de la tradición china, acuñó el neologismo compaduría, unión de compasión y sabiduría, para reflejar la importancia de cultivar en paralelo estas dos vertientes o aspectos de las enseñanzas.

La compasión sin sabiduría nos llevaría directamente hacia el sufrimiento, inmovilizándonos ante el sufrimiento del otro. No habría acción de ayuda, no sería auténtica compasión. La sabiduría sin compasión sería frívola, un mero intelectualismo que no se derrama hacia el mundo exterior y que, por lo tanto, tampoco podría ser auténtica.

La compaduría no sufre: es ecuánime, está en movimiento, y no se cansa de ayudar. La verdadera sabiduría tiene como contenido la compasión, y la verdadera compasión tiene como contenido la sabiduría.

La compasión no es lástima

Muchas veces confundimos lástima y compasión. Pero mientras que la primera nos aleja del sufrimiento, ya que está motivada por el miedo, la segunda nos permite permanecer ecuánimes y ayudar. La compasión no es lástima, sino una manera distinta de conectarnos con la Vida.

Pema Chödrön dice que “la verdadera compasión no consiste en desear ayudar a aquellos que son menos afortunados que nosotros, sino en darnos cuenta de nuestro parentesco con todos los seres”.

Con estas palabras, Pema presenta la lógica de la compasión, que es la sabiduría de la ausencia de ego; es decir, la sabiduría de dejar de considerarnos diferentes e independientes de los demás, reconociendo que todos los seres sufrimos de manera semejante, y que en el fondo buscamos lo mismo, aunque sea de diferentes modos: sentirnos felices.

El sufrimiento en el mundo es inmenso, pero cada uno de nosotros puede brindar su empatía y compasión para aliviarlo allí donde se lo encuentre. La mayoría de las veces, lo único que realmente se necesita es nuestra predisposición a escuchar con el corazón abierto.


Mariela Herrero

Licenciada en Psicología (UNED, Barcelona). Instructora de meditación. Facilitadora de Barras de Access.

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