Compartimos un fragmento del libro El corazón del cosmos, por Thich Nhat Hanh.


La parábola de la ciudad mágica narra un largo y peligroso viaje. Un grupo de viajeros empieza a hacer un viaje de 500 yojanas en busca de un gran tesoro. Conducidos por un guía muy experimentado viajan cruzando unas lejanas tierras desérticas llenas de muchas clases de criaturas aterradoras. El guía es llamado “el maestro del camino, el que nos muestra el camino”. 

El viaje fue largo y el grupo pasó por muchas situaciones peligrosas y desgracias. Cuando no habían recorrido ni siquiera la mitad del camino, los viajeros estaban ya agotados. Se habían quedado sin energía ni fuerza y creían que no podían seguir avanzando. Pensaron que era mejor dar media vuelta y regresar a casa. Muchos de nosotros hemos tenido unas sensaciones parecidas de desánimo y desesperanza. Quizá tenemos muchas cosas que hacer y no sabemos cómo vamos a terminarlas todas. Tal vez las hayamos empezado con mucha energía y entusiasmo, pero al encontrarnos en medio del camino con obstáculos y reveses, empezamos a creer que no podemos seguir. 

Cuando los viajeros estaban a punto de rendirse, el guía les dijo: “Seguid caminando un poco más, ya falta poco para llegar a nuestro destino”. En realidad sabía que aún quedaba un buen trecho, pero con sus medios hábiles conjuró una Ciudad Mágica. Les dijo: “A poca distancia de aquí hay una magnífica ciudad en la que podremos refrescarnos y recuperar las fuerzas”. Al oirlo las viajeros lograron reunir las fuerzas suficientes para llegar a la ciudad. Una vez en ella pudieron comer, beber, bañarse y descansar hasta que se sintieron como nuevos. Y como todos se sentían tan felices y tan bien en aquella ciudad, quisieron quedarse en ella y no seguir el dificultoso viaje. Se dijeron a sí mismos: “Si continuamos el viaje, solo encontraremos más dificultades y peligros. Ya hemos conseguido bastante llegando hasta esta ciudad”.

Habían olvidado que su meta no era disfrutar de las comodidades de la ciudad mágica, sino encontrar el tesoro de la mina de las piedras preciosas. Cuando el guía les dijo que había llegado el momento de reanudar el viaje, todos dijeron: “No, es mejor que nos quedemos aquí. ¿De qué sirve seguir viajando? Sólo hará que volvamos a sentirnos cansados”. En nuestros tiempos también hay personas que son así. Dicen: “He practicado y he obtenido algunos frutos de la práctica. Ahora soy más consciente y mi vida es más tranquila, me siento más feliz y en paz. Prefiero quedarme en casa”. Alguien que piense de este modo se ha quedado atrapado en la ciudad mágica. 

Así que el guía, el maestro del camino, utiliza de nuevo sus medios hábiles, Les dice a los viajeros: “¿Realmente creéis que esta ciudad basta para satisfacer vuestras verdaderas necesidades? Por más maravilloso que sea estar en ella disfrutando de la vida, no es más que un lugar de paso para descansar. No es una verdadera tierra de la libertad. Si seguís viajando a la Montaña de las Piedras Preciosas no habreís malgastado vuestra vida”. El guía utiliza todos los métodos que tiene a su alcance para ayudarlos a sacar la fuerza de voluntad necesaria para seguir avanzando por el camino.


Mariela Herrero

Licenciada en Psicología (UNED, Barcelona). Instructora de mindfulness. Coach ontológico en formación.

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