En la carrera de la vida, a menudo nos enfocamos en lo que hacemos más que en quiénes somos. Nos esforzamos por lograr metas, alcanzar objetivos y cumplir con responsabilidades, sin detenernos a considerar el estado de nuestro ser interno. Sin embargo, la calidad de nuestro ser ejerce una influencia profunda en la calidad de nuestro hacer.

¿Qué significa esto exactamente? Significa que nuestro estado interno, nuestro bienestar físico, emocional, psicológico y espiritual, impacta directamente en la forma en que realizamos nuestras actividades diarias. Cuando estamos en un estado de equilibrio y plenitud interna, nuestras acciones reflejan esta armonía. Por el contrario, cuando estamos desequilibrados, estresados o insatisfechos en alguna de estas dimensiones, nuestras acciones pueden carecer de fundamento y efectividad.

Es fundamental dedicar tiempo y esfuerzo a trabajar en nuestro bienestar integral. Esto implica cuidar nuestra salud física mediante una alimentación balanceada, ejercicio regular y descanso adecuado. También implica cultivar nuestro bienestar emocional, aprendiendo a manejar el estrés, cultivando relaciones significativas y practicando la gratitud y la autoaceptación. Además, trabajar en nuestro interior nos permite explorar y fortalecer nuestra dimensión espiritual, encontrando significado y propósito en nuestras vidas.

Cuando nos dedicamos a trabajar en nuestro bienestar integral, nos convertimos en versiones más auténticas y plenas de nosotros mismos. Esto se refleja en todas nuestras acciones y decisiones. Ya sea en nuestro trabajo, en nuestras relaciones personales o en nuestras actividades cotidianas, el fundamento sólido de nuestro ser se manifiesta en la calidad de nuestro hacer.

Es importante destacar que podemos ser muy activos y productivos, pero hacerlo todo desde un estado de paz y alegría. Cuando cultivamos una actitud de paz interior y alegría en todo lo que hacemos, nuestras acciones adquieren una calidad aún mayor. La paz interior nos permite enfrentar los desafíos con calma y claridad, mientras que la alegría infunde nuestras acciones con energía positiva y entusiasmo.

Cuando estamos bien en todas estas dimensiones, las cosas están bien. Nuestra capacidad para enfrentar desafíos, resolver problemas y perseguir nuestros objetivos se ve reforzada por nuestro estado interno de equilibrio y bienestar. En lugar de luchar contra corrientes internas de insatisfacción o desequilibrio, podemos fluir con mayor facilidad y eficacia hacia nuestras metas.

Por lo tanto, dediquemos tiempo y atención a trabajar en nuestro bienestar integral, que incluye nuestra dimensión espiritual, emocional, psicológica y física. No solo porque merecemos sentirnos bien, sino también porque esta inversión en nosotros mismos se reflejará en todo lo que hacemos. Cuando cultivamos la calidad de nuestro ser en todas estas dimensiones, aseguramos la calidad de nuestro hacer y construimos una base sólida para una vida plena y satisfactoria.

Cuidarnos en todas estas dimensiones es clave para desbloquear nuestro máximo potencial y vivir con propósito y significado. Invertir en nosotros, en todas estas áreas, nos permite observar cómo todo en nuestra vida se transforma para reflejar esa inversión.

Categorías: Notas

Mariela Herrero

Licenciada en Psicología (UNED, Barcelona). Instructora de meditación. Facilitadora de Barras de Access.

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