Una de las dificultades más habituales que a todos se nos presenta cuando nos sentamos a meditar son los pensamientos que una y otra vez captan nuestra atención. De hecho, es muy común escuchar que la meditación no salió bien por tener muchos pensamientos. 

Sin embargo, hay una cosa que hay que tener bien en claro: los pensamientos no interrumpen nunca nuestra meditación. Son parte fundamental de ésta. 

En la práctica del mindfulness, sobre todo al iniciarnos, lo que estamos haciendo es entrenar nuestra mente para poder focalizarla y lograr un estado de calma mental. Si no están estos pensamientos… ¿con qué vamos a entrenarnos?

Reconociendo nuestro clima interior

Algunas personas, al ver el torbellino de pensamientos que las invade al meditar, terminan creyendo que la meditación les genera nervios. Esto puede hacer que no quieran meditar más, y abandonen la práctica. 

Sin embargo, los pensamientos y todo lo que ocurre durante la meditación no es generado por nuestra práctica; lo que sucede es que, a través de ella, logramos detenernos lo suficiente como para tomar consciencia de ellos. Lo que observamos es el funcionamiento habitual de nuestra mente ─nuestro ambiente interior─, que siempre está presente pero, a raíz de la energía del hábito que nos arrastra, no lo llegamos a percibir. 

Los pensamientos que aparecen durante la práctica pueden ser de todo tipo:

  • cosas que consideramos importantes y tememos olvidar;
  • cosas muy cotidianas (qué voy a cenar hoy);
  • personas o acontecimientos del pasado que no teníamos presente hacía mucho tiempo;
  • incluso pensamientos sobre la meditación (estoy muy distraída, lo estoy haciendo bien, qué agradable, etc).

Es importante reconocer todo este contenido mental simplemente como pensamientos, incluso los que se refieren a la práctica actual. Y entender que como parte de nuestro clima interior, siempre estarán allí. Solo tenemos que cambiar nuestra mirada para poder trabajar con ellos.

Los pensamientos como material de entrenamiento

Si cambiamos nuestra visión de “los pensamientos arruinan la meditación”, a “los pensamientos son el material que tengo para mi entrenamiento”, todo cambia. 

Muchos maestros nos dicen que la única meditación que no va bien es la que no se hace. 

Es decir, lo importante es establecer una motivación clara, y de ahí en más contemplar lo que sea que suceda durante el ejercicio.

Dicho esto, veamos algunas recomendaciones para no perder de vista el sentido de nuestra práctica:

  • Los pensamientos no son obstáculos para la meditación, nunca.
  • El tipo de pensamientos que surgen no es motivo de preocupación, sean del tipo que sean. Solo son pensamientos, y nos ayudan a visibilizar lo que en nuestro interior está vigente y genera reacciones. 
  • El valor que nos aportan los pensamientos durante la práctica no se obtiene analizándolos, sino observándolos en forma ecuánime, y dejándolos pasar. 
  • Tus pensamientos no son una realidad ni un hecho, son simplemente pensamientos. Así como aparecen, también desaparecen, una y otra vez.
  • No rechaces tus pensamientos, no inicies una lucha contra ellos. No intentes poner la “mente en blanco”. Simplemente dales tiempo para que por sí solos se extingan, observándolos y dejándolos pasar. 
  • No te aferres a ningún pensamiento. Puede que durante la meditación te surja una idea creativa o algo importante que temas olvidar. Pero este tipo de pensamientos también es preciso dejarlos pasar. Estas entrenando la estabilidad y la calma mental. Si algo es importante no vas a olvidarlo luego.

En conclusión, los pensamientos no son más que uno más de nuestros objetos de meditación. No tenemos algo específico que hacer con ellos, más allá de observarlos y dejarlos pasar. “Dejarlos pasar” significa no engancharnos con ellos, generando nuevos pensamientos relacionados: si descubro que mi pensamiento original es “qué voy a hacer de cenar hoy”, no sigo elaborando con “tendría que pasar a comprar tal o cual cosa”, “creo que quedó algo del mediodía”, etc.

Al observar un pensamiento, lo reconozco como tal y vuelvo a mi objeto de observación, ya sea la respiración, la sensación en el cuerpo, o el objeto que esté usando para anclar mi atención. Si me descubro ya “enganchada” en los pensamientos, también lo reconozco, y regreso con amabilidad a mi objeto de atención, sin juicios ni calificaciones.

Esta forma de trabajar va en contra de nuestros hábitos mentales más arraigados. Por eso es muy importante ponerla en práctica.

A meditar

Espero esto sirva para que puedan relajarse en ese objeto de meditación tan confundido por un obstáculo. De eso se trata justamente nuestra práctica, de cambiar la perspectiva. ¡Meditar es la práctica de darse cuenta!

Categorías: Notas

Mariela Herrero

Licenciada en Psicología (UNED, Barcelona). Instructora de meditación. Facilitadora de Barras de Access.

3 Comentarios

Sergio · 30 julio, 2021 en 2:38 pm

Muy bien, me gustó la nota. Gracias

    Nora · 29 junio, 2022 en 10:25 pm

    Cada día aprendo más a no quedar enganchada

leslie · 30 abril, 2023 en 10:55 am

me encanto, de gran ayuda, gracias!!!

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