Las redes sociales como Facebook o Instagram pueden ser una herramienta valiosa para conectarse con amigos y familiares. Pero también pueden convertirse en una gran fuente de malestar. La búsqueda incesante de validación, los comentarios negativos, las comparaciones: todo ello puede ser alimento para las semillas de miedo, tristeza y odio que llevamos dentro.

En 2018, un alto ejecutivo de Facebook, Chamath Palihapitiya, recomendó a la gente que “se tomara un descanso” de las redes sociales. Sus comentarios estaban en la línea de los que poco antes había realizado uno de los fundadores de la plataforma, Sean Parker, cuando advirtió que las redes sociales crean un “loop de validación social” que explota “una vulnerabilidad de la psicología humana”.

Los efectos de esa vulnerabilidad son evidentes: cada vez estamos más enganchados con las redes, y debido a eso, también somos cada vez más susceptibles a lo que sucede dentro de ellas, sobre todo al interactuar con otras personas.

¿Es posible utilizar las redes sociales sin perjudicarnos de esta manera?

Detenerse y observar

La clave para hacer un uso más sano de las redes es tomar consciencia de cómo las utilizamos, y de cómo nos hacen sentir. Al igual que siempre que nos referimos a una práctica de atención plena, la observación es nuestro método de cabecera. 

Algunas preguntas que podemos hacernos para guiar nuestra observación interna son:

  • ¿Qué pensamiento, sentimiento o impulso nos llevó a abrir la plataforma?
  • A medida que nos desplazamos por el feed, ¿qué tipo de pensamientos surgen?
  • ¿Qué efectos genera en mí misma cada vez que veo una publicación de tal o cual tipo?
  • ¿Qué tipo de emociones surgen?
  • ¿Qué le pasa a mi respiración?
  • ¿Cómo se siente mi corazón?

Por otro lado, también es importante observar nuestra forma de interactuar con los otros a través de las redes. Antes de hacer una publicación o un comentario, podemos preguntarnos: 

  • ¿Qué objetivo tiene mi publicación o comentario, y cuáles son mis motivaciones para hacerla? 
  • ¿Quiero aportar algo, o estoy buscando deliberadamente afectar la sensibilidad de otros?
  • ¿Qué emociones puede despertar mi intervención en las personas? ¿Positivas, o negativas? ¿Vale la pena hacer sentir al otro de esa manera?

Estas preguntas son solo una guía para ayudarnos a darnos cuenta de cómo y por qué elegimos comportarnos de determinada manera al utilizar las redes sociales. Adicionalmente, es bueno aprender a “tomarnos un descanso”, y reducir el tiempo que pasamos frente a la pantalla.

Empezar a soltar

La próxima vez que sientas la necesidad de mirar tus redes sociales, hacé una pausa. Roconocé que estás atrapado en el deseo, y respirá con atención plena tres veces. Esto puede interrumpir el impulso.

Cuando estamos muy enganchados con algo, puede haber una emoción o sentimiento incómodo del que estamos tratando de escapar. Por eso, luego de respirar, tomate un momento para registrar cualquier emoción o sentimiento que esté presente (agitación, estrés, soledad, aburrimiento) para lograr una mayor consciencia de tu estado previo a interactuar en la red social.

Uno de los beneficios de la práctica regular del mindfulness es una mayor capacidad para reconocer patrones de funcionamiento habitual, y soltarlos. El desapego a las conductas que nos generan sufrimiento es, de hecho, un paso ineludible para estar mejor. 

Cuando nos volvemos conscientes de que estamos enganchados con las redes, y descubrimos cómo eso nos genera sufrimiento, podemos trabajar para soltar ese patrón que nos lleva a estar mirando Facebook, Twitter o Instagram más de lo necesario.

Considerá las siguientes recomendaciones:

  • Poné horarios o momentos específicos del día para abrir la plataforma.
  • Desinstalá las aplicaciones de tu teléfono, y usá las versiones web.
  • Desactivá las notificaciones de redes sociales en tu teléfono.
  • Reservá un día de la semana para vivirlo sin redes sociales (por ejemplo, durante el fin de semana).

Además de esto, podés incorporar la meditación en la respiración unos minutos cada día para mejorar tu estado emocional general. Esto puede ayudarte de distintas maneras, pero va a ser especialmente útil a la hora de aliviar la ansiedad y otras emociones que frecuentemente disparan el impulso de mirar una y otra vez las redes.


Mariela Herrero

Licenciada en Psicología (UNED, Barcelona). Instructora de meditación. Facilitadora de Barras de Access.

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