Compartimos un relato del libro La vaca que lloraba, por Ajahn Brahm.


Una de las enseñanzas más inestimables para ayudar con la depresión es también una de las más simples. Pero las enseñanzas que parecen simples son fáciles de malinterpretar. Solo cuando estemos finalmente libres de la depresión podremos afirmar que hemos comprendido realmente la historia siguiente.

El nuevo preso tenía miedo y estaba muy deprimido. Las paredes de piedra de su celda absorbían cualquier calor; las fuertes barras de hierro se burlaban de toda compasión; el discordante ruido del acero, al cerrarse las puertas, encerraba la esperanza fuera de toda posibilidad. Su corazón se hundía a tanta profundidad como se alargaba su sentencia. En la pared, al cabecero del catre, vio arañadas en la piedra las palabras siguientes: «TAMBIÉN ESTO PASARÁ».

Estas palabras le ayudaron a recobrar el ánimo, como debieron de ayudar al preso que estuvo anteriormente en esa celda. Por más duras que fueran las situaciones que tenía que vivir, pensaba en la inscripción y recordaba: «También esto pasará». El día que fue liberado, supo que aquellas palabras eran ciertas. Había completado su tiempo; también la cárcel había pasado.

Cuando recuperó su vida, con frecuencia pensó en ese mensaje, escribiéndolo en trozos de papel para dejarlos junto a la cabecera de su cama, en el coche y en el trabajo. Incluso cuando las cosas iban mal, nunca llegó a deprimirse. Simplemente recordaba: «También esto pasará», y conseguía salir adelante. Los malos momentos no parecían tan largos. Luego, cuando llegaban los momentos buenos, los disfrutaba, pero nunca demasiado despreocupadamente, pues también entonces recordaba: «También esto pasará», y así continuó haciendo su camino por esta vida, sin pensar que todo dura eternamente. De este modo, los momentos buenos siempre parecían ser inhabitualmente largos.

Incluso cuando tuvo cáncer, <<También esto pasará>> le proporcionó esperanza. La esperanza le dio la fuerza y la actitud positiva que le permitió vencer la enfermedad. Un día, el especialista confirmó que “también el cáncer había pasado”.

Al final de sus días, en su lecho de muerte, susurró a sus seres queridos: “También esto pasará”, y se dispuso relajadamente a morir. Sus palabras fueron su último regalo de amor a su familia y sus amigos. Aprendieron de él que “también el dolor pasará”. 

La depresión es una prisión por la que muchos pasamos. “También esto pasará” nos ayuda a perseverar. Evita así una de las grandes causas de la depresión, que es apegarse demasiado a los momentos felices.


Mariela Herrero

Licenciada en Psicología (UNED, Barcelona). Instructora de meditación. Facilitadora de Barras de Access.

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