Para muchos, el Día del Padre es una fecha que trae alegría, gratitud y abrazos. Para otros, es un día incómodo, triste o incluso doloroso. Puede que el vínculo con tu papá haya sido difícil o esté lleno de ausencias. O que lo extrañes profundamente. Sea como sea, lo que sentís hoy está bien.
Este día puede ser una oportunidad para celebrar… o para mirar con honestidad lo que hay, sin maquillarlo. Y quizás también —si estás en ese momento—, empezar a transformar el vínculo desde adentro.
El texto que sigue es un fragmento del libro La paz está en tu interior, de Thich Nhat Hanh. Una invitación a comprender más allá de lo aparente: a ver al niño dentro de nuestro padre, dentro nuestro, y a cultivar la compasión como camino de transformación. Porque detener la rueda del sufrimiento también es un acto de amor.
Muchas personas han vivido relaciones dolorosas con sus padres. Hasta ahora has podido ignorar que el niño de cinco años que se convirtió en tu padre sigue aquí hoy, presente en ti y en él. Tanto tu padre como tu madre te han transmitido nada menos que su identidad completa. De hecho, tu padre y tú no sois dos seres totalmente diferentes, aunque tampoco sois una y la misma persona con exactitud. Esto también es aplicable a tu madre y a ti. Esta maravillosa perspectiva podría llamarse «Ni uno, ni dos; ni lo mismo con exactitud ni del todo diferente.
Si puedes acoger al niño de cinco años que hay dentro de ti, también serás capaz de acoger al niño que hay dentro de otro, y entonces la transformación de la relación puede operarse con gran rapidez. Si tu padre hubiera tenido la oportunidad de aprender esto cuando era joven, no se habría causado sufrimiento a sí mismo ni tampoco te habría hecho padecer a ti. Pero no fue tan afortunado, por lo tanto, tienes que practicar para ti mismo y para tu padre en ti. Cuando seas capaz de transformar a tu padre en tu interior, tendrás la oportunidad de ayudar a tu padre a transformarse con mayor facilidad fuera de ti. Al practicar de este modo efectuamos una transformación en nosotros mismos y en nuestros padres y evitamos repetir los mismos errores con nuestros hijos. La rueda del sufrimiento se detiene al fin.
Esta profunda comprensión del sufrimiento y sus causas originarias hace emerger la aceptación y el amor. Al poder amar y aceptar, nos sentimos mucho mejor y también somos capaces de ayudar a los demás a transformar se: a un tío o tía, un hermano o hermana, un compañero o amigo.
En tu interior está la semilla de una formación mental llamada prajña, «comprensión». Significa entendimiento profundo. Cuando se instala la comprensión profunda, la situación cambia de inmediato. Prajña es, ante todo, very comprender el sufrimiento presente, y también la natura leza, la fuente, de ese sufrimiento. La práctica de la observación intensa por medio de estos ejercicios incrementa nuestra capacidad para la comprensión profunda. Deberíamos buscar que esa habilidad esté presente en todas las actividades de nuestra mente, pero a veces nos olvidamos de ella o no nos aplicamos a la hora de utilizarla, en especial cuando las pasiones se exacerban. En ese momento, necesitamos la intervención del mindfulness. La plena consciencia es la formación mental más esencial y necesaria para nuestra práctica. Tenemos que recordar que la plena consciencia siempre aporta comprensión. Cuando comprendemos somos más receptivos, tolerantes, cariñosos y felices de forma natural. Cuando nos falta comprensión, nos volvemos en dirección a la ira, la envidia, el odio y el sufrimiento.
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