Se suele decir que lo difícil no es “llegar”, sino “mantenerse”. Actualmente, a la práctica de meditación mindfulness llegan muchas personas, la puerta de acceso es enorme. Empezar a meditar es llegar a un mundo nuevo, y al principio todxs estamos con mucha atención. Sin embargo, pronto descubrimos que sostener la práctica en el tiempo puede ser más difícil de lo que creíamos.

Hay dos puntos dificultosos: darle una oportunidad a la técnica, y mantenerla. Darle una oportunidad significa volcarse de lleno en ella para poder observar sus beneficios por experiencia propia. Mantenerla implica proseguir con la práctica para ver sus efectos profundos en nuestra vida: lo que todos buscamos cuando decidimos empezar.

Para darle una oportunidad real a la técnica tenemos que recibirla con una mente vacía, abierta, de principiante. Si acudimos a recibir una enseñanza con “mente de experto”, estaremos cerrados a todo lo que no coincida con nuestros preconceptos.

Hay una historia acerca de un profesor universitario que, intrigado por la gran cantidad de personas que acudían a ver a un maestro zen, decidió ir él mismo a visitarlo para ver cuán sabio era. El maestro lo recibió en su jardín, y le ofreció una taza de té. El profesor aceptó la invitación y le preguntó, sin mayores preámbulos, qué era el zen. El maestro comenzó a verter el té con mucho cuidado en la taza del profesor, pero cuando estuvo llena siguió vertiéndolo hasta rebasar la taza. El profesor, viendo que el té se derramaba en el suelo, exclamó: “¿Qué hace? ¿No se da cuenta de que está completamente llena?”. “Al igual que esta taza”, respondió el maestro, “usted está lleno de sus opiniones. ¿Cómo podría mostrarle lo que es el zen si primero no vacía su mente?”.

La mente de principiante es muy importante, porque nos motiva a practicar, a transformarnos, a experimentar con observación profunda. En Japón la llaman shoshin: un concepto que viene del budismo zen y las artes marciales, y que significa tener una actitud de apertura, entusiasmo y falta de ideas preconcebidas cuando se practica o se estudia un tema.

Al principio solemos tener el don de la mente de principiante ⏤abierta, y anclada en la experiencia presente. Pero con el tiempo, los juicios y las ideas establecidas empiezan a entorpecer la práctica regular, y encontramos que para sentarnos a meditar hay cada vez más condiciones: obligaciones, preferencias, distractores ⏤todas cosas impostergables que deben resolverse para poder dedicarle unos minutos al mindfulness.

En Mente zen, mente de principiante, Shunryu Suzuki dice que mantener una mente de principiante no es “tener la mente cerrada, sino, en realidad, mantenerla vacía, pronta”. Y agrega: “Cuando la mente está vacía, se encuentra siempre dispuesta para cualquier cosa, abierta a todo. A la mente del principiante se le presentan muchas posibilidades; a la del experto, pocas”.

La clave para sostener la práctica es cultivar esta mirada original, soltar los juicios, y experimentar la meditación cada vez como la primera vez, una actitud que también nos ayuda a ampliar la práctica a nuestras actividades cotidianas. Sea barrer, caminar, rezar, o recitar un mantra, con una mirada de principiante podemos hacerlo mientras practicamos, y practicar mientras lo hacemos.

Mantener la mente de principiante es uno de los grandes regalos que nos ofrece el mindfulness. Pero también es el verdadero secreto para disfrutar de todo lo que hagamos en nuestra vida.

Categorías: Notas

Mariela Herrero

Licenciada en Psicología (UNED, Barcelona). Instructora de mindfulness. Coach ontológico en formación.

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