Compartimos un relato del libro Saborear, por Thich Nhat Hanh.
Dé dos o tres pasos por cada inspiración y espiración.
Al inspirar, diga: «He llegado»; al espirar, diga: «Estoy en casa».
Al inspirar, diga: «Aquí»; al espirar, diga: «Ahora».
Al inspirar, diga: «Soy firme»; al espirar, diga: «Soy libre».
Al inspirar, diga: «En la dimensión última»; al espirar, diga: «Reposo»
Para empezar, dé dos o tres pasos al respirar lentamente. Preste atención a las plantas de sus pies, y sea consciente del contacto entre los pies y el suelo. Preste toda su atención a las plantas de sus pies.
Al inspirar, dé dos o tres pasos, y a cada paso diga: «He llegado».
Al espirar, dé otros dos o tres pasos, consciente del contacto entre sus pies y el suelo, y diga, a cada paso: «Estoy en casa».
Pero ¿adónde he llegado? ¿Y dónde está la casa?, podría preguntarse.
Según las enseñanzas y la práctica de Buda, la vida sólo se ofrece en el momento presente, en el aquí y el ahora. Y cuando volvemos al momento presente tenemos la oportunidad de acariciar la vida, de encontrarnos con la vida, de estar plenamente vivos y plenamente presentes. Esa es la razón por la que cada paso nos lleva al momento presente, a fin de alcanzar las maravillas que la vida nos ofrece. Además, al decir: «He llegado», está diciendo: «He llegado aquí y ahora, el único lugar, el único tiempo en el que la vida se ofrece, y éste es mi verdadero hogar». «He llegado» quiere decir: «No quiero vivir distraído y perdido nunca más, porque sé que las condiciones para mi felicidad ya están aquí, en el instante presente». A veces creemos que la felicidad no es posible aquí y ahora, que necesitamos otras circunstancias para ser felices, así que nos lanzamos hacia el futuro para conquistarlas. Al actuar así sacrificamos el momento presente; sacrificamos la verdadera vida.
En nuestra vida cotidiana, tenemos tendencia a pensar en el pasado, a quedar atrapados en el dolor y el remordimiento en lo que respecta al pasado, y a quedar varados en el temor y la incertidumbre respecto al futuro, de modo que nuestra mente no está en el momento presente. Por esa razón es muy importante aprender a volver al instante para estar plenamente vivos, plenamente presentes. La meditación andando nos ayuda a conseguirlo fácilmente.
Hemos de aprender a caminar de forma que cada paso nos aporte estabilidad, libertad, curación y transformación. Para que cada paso sea sólido, libre, curativo y nutritivo, necesitamos la energía de la atención plena y la concentración, que se obtiene mediante la respiración consciente y el paseo consciente. «He llegado. Estoy en casa.»> No es una declaración. Es una práctica, y sólo usted puede saber si ha llegado al aquí y al ahora; nadie más podrá decírselo. Si se ha instalado en el aquí y el ahora, se sentirá libre, ligero y en paz, y entrará en contacto con todas las maravillas que la vida nos ofrece.
Camine de forma que la paz se haga realidad en cada célula de su organismo, en cada célula de su conciencia. Cuando respiramos pacíficamente, la paz de nuestra respiración penetra en nuestro cuerpo y nuestra mente. Entonces, muy pronto, en apenas un instante, el cuerpo, la mente y la respiración se hacen uno en la concentración y nos inunda la energía de la estabilidad, la solidez y la libertad generadas por cada uno de nuestros pasos.
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