Continuamos con la serie de mantras compartidos por Thich Nhat Hanh, y hoy llegamos al Cuarto Mantra.

Este es un mantra desafiante para muchos de nosotros, ya que nos invita a reconocer y comunicar nuestro sufrimiento con quienes nos rodean, especialmente cuando sentimos que alguien cercano ha sido o es la causa de nuestro dolor. A veces, en esos momentos, surge el impulso de cerrar el corazón, de no pedir ayuda, como una forma de protegernos o de castigar a la otra persona. Pero este mantra nos anima a expresar de manera sincera: “Estoy sufriendo, por favor, ayúdame.”

En esta reflexión, Thich Nhat Hanh nos recuerda que admitir nuestra vulnerabilidad y buscar el apoyo del otro es, en realidad, una expresión de amor verdadero y una práctica de atención plena que nos permite sanar.

Les comparto el fragmento completo, para que puedan sumergirse en esta práctica de autocompasión y apertura, y reflexionar juntos sobre cómo puede transformar nuestras relaciones y nuestra forma de enfrentar el sufrimiento.

Espero que encuentren en estas palabras una guía para esos momentos difíciles y que este mantra los acompañe en su camino de mindfulness y compasión.


El cuarto mantra es un poco más difícil, especialmente para aquellos de nosotros que tenemos mucho orgullo. Utiliza el cuarto mantra cuando sufras y creas que la otra persona te ha causado este sufrimiento. Esto pasa de vez en cuando. Si es una persona que no te importa mucho la que te dice o hace algo, quizás no sufras tanto. Pero cuando sientes que alguien que amas te dice algo crítico o despectivo, sufres profundamente. Si sufrimos y no miramos profundamente en nuestro sufrimiento para sentir compasión hacia nosotros mismos y la otra persona, es posible que queramos castigar a esa persona que nos hirió porque se le ocurrió hacernos sufrir. Cuando sufrimos, pensamos que es por culpa de la otra persona por no apreciarnos o amarnos lo suficiente. Muchos de nosotros tenemos una tendencia natural a querer castigar a la otra persona. Creemos que una manera de castigar a la otra persona es mostrarle que podemos sobrevivir sin necesitarla.

Muchos de nosotros hemos cometido este error. Yo mismo he cometido este error también. Pero aprendemos. Queremos demostrar a la otra persona que sin él o ella podemos sobrevivir muy bien. Ésta es una manera indirecta de decir: “No te necesito.” Pero eso no es real. De hecho, cuando sufrimos, necesitamos a los demás.

Cuando sufrimos deberíamos decir a los demás que sufrimos y que necesitamos su ayuda.
Normalmente hacemos lo contrario. No nos gusta ir y pedir ayuda. Es por eso que necesitamos el cuarto mantra: “Estoy sufriendo, por favor ayúdame.”

Es muy simple y a la vez un poco complicado. Pero si puedes hacer por pronunciarte este mantra a ti mismo, inmediatamente sufrirás menos. Lo garantizo. Así que, por favor escribe esta frase en un papel del tamaño de una tarjeta de crédito y ponlo en tu cartera o bolso. Es una fórmula mágica: “Estoy sufriendo, por favor ayúdame.”

Si no practicamos este mantra, puede que te enojes; si la otra persona se da cuenta que algo va mal, si se da cuenta que estás sufriendo, puede tratar de reconfortarte y preguntarte: “¿Estás sufriendo?” Cuando alguien te pregunta esto, puede que te inclines a decir: “¿Yo sufriendo? ¿Es que tendría que estarlo?” No estás siendo sincero. Sufres profundamente, pero quieres hacer creer que no sufres.
No estás siendo sincero porque de alguna manera quieres castigar a la otra persona. Si trata de acercarse y poner una mano en tu hombro, quizás le apartes y digas: “Déjame solo. Puedo sobrevivir muy bien sin ti.” Muchos de nosotros cometemos este tipo de error. Pero podemos aprender.

Practicando este mantra haces lo contrario. Tienes que reconocer que sufres. El mantra puede ser también un poco más largo, si se ve que es más apropiado para esa situación: “Estoy sufriendo. Quiero que lo sepas. No entiendo por qué hiciste o dijiste aquello. Así que, por favor explícame. Necesito tu ayuda.” Ése es el verdadero amor. Decir “No estoy sufriendo, no necesito tu ayuda”, no es el lenguaje del verdadero amor.

La próxima vez que sufras y creas que es la culpa de la otra persona y que ella es la causa de tu sufrimiento, recuerda sacar el papel y leerlo, así sabrás exactamente qué hacer —practica el cuarto mantra.

Según nuestra práctica en Plum Village, tienes derecho a sufrir veinticuatro horas, pero no más. Hay un límite. El límite es veinticuatro horas y tienes que practicar el cuarto mantra antes de la fecha límite. Tienes tu teléfono. Tienes una computadora. Estoy seguro que desde el momento en que te dispongas a escribirlo vas a sufrir menos de inmediato. Si no estás lo suficientemente calmado para practicar el cuarto mantra durante esas veinticuatro horas, puedes escribirlo en un papel y dejarlo en el lugar de trabajo de la otra persona o en algún otro lugar en el que pueda verse. Además, el mantra se puede dividir en tres frases por separado.

La primera es: “Estoy sufriendo y quiero que lo sepas.” Es decir, hacer partícipe de lo que te pasa a alguien que no te es indiferente. Haces partícipe a la otra persona de tu felicidad, pero también necesitas hacerle partícipe de tu sufrimiento.

La segunda frase es: “Estoy haciéndolo lo mejor que puedo.” Eso significa que, “Estoy
practicando la atención plena, y cuando me enoje no diré nada que pueda causarme daño a mí mismo o a ti. Estoy practicando la respiración y el caminar plenamente conscientes y estoy mirando profundamente en mi sufrimiento para encontrar las raíces de ese sufrimiento. Creo que has causado mi sufrimiento, pero no sé si eso es totalmente cierto. Estoy buscando para ver si mi sufrimiento viene de una percepción errónea por mi parte. Tal vez no quisiste decir aquello. Tal vez no quisiste hacer aquello. Estoy ahora poniendo todo mi esfuerzo en practicar mirar profundamente en mí mismo para reconocer mi enojo y abrazarlo con dulzura.”

La segunda frase es una invitación a la otra persona para hacer lo mismo, para practicar como tú lo estás haciendo. Cuando la otra persona entiende el mensaje, puede que se dé cuenta y se diga: “Oh, no sabía que estaba sufriendo. ¿Qué he hecho o dicho para hacer sufrir a esa persona de esta manera?” Es una invitación para que la otra persona practique y mire profundamente en sí mismo. Si alguno de vosotros encuentra la causa debería comunicarla inmediatamente y disculparse por ser tan torpe y hacer que la otra persona no continúe sufriendo.

Así que, la segunda frase es una invitación para que ambos se examinen profundamente en su interior, para ser conscientes de lo que está pasando e investigar la causa real del sufrimiento.
Es reconocer que la otra persona es humana y está haciendo todo lo posible en ese momento, y que nosotros estamos poniendo todo de nuestra parte también.

La tercera frase es: “Por favor, ayúdame”. Esta frase reconoce que no podemos resolverlo todo por nosotros mismos. Que nos necesitamos el uno al otro. Ésta es tal vez la parte más difícil.

LAS TRES FRASES JUNTAS SON: “ESTOY SUFRIENDO Y QUIERO QUE LO SEPAS. ESTOY PONIENDO TODO DE MI PARTE. POR FAVOR, AYÚDAME.”

Extraído de Being Love: Teachings to Cultivate Awareness and Intimacy.


Mariela Herrero

Licenciada en Psicología (UNED, Barcelona). Instructora de mindfulness. Coach ontológico en formación.

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