En Felicidad, prácticas esenciales de mindfulness, Thich Nhat Hanh recopila la gran mayoría de las prácticas desarrolladas durante sus más de sesenta años como monje budista.

En el fragmento que sigue, el autor nos recuerda el valor de la escucha profunda y el habla bondadosa, y cómo pueden servir para mejorar la comunicación con los niños.


Hay veces en que los adultos creemos tener mucha experiencia y ser muy sabios y que, como los niños son pequeños, saben muy poco. Muchas generaciones de padres, educadores y hermanos y hermanas mayores han sostenido la opinión de que los niños no son importantes. Creen que los niños no tienen suficiente experiencia y no importa lo que piensan ni lo que quieren. Pero por más que los hermanos mayores crean saber lo que es mejor para sus hermanos pequeños, las cosas no son necesariamente así. Y es que mal podemos amar a los demás si no entendemos ni escuchamos profundamente las dificultades y deseos profundos de nuestros hermanos y hermanas menores. El amor verdadero brota de la comprensión, y el amor que no se base en la comprensión es dañino. Sin ser conscientes de ello, los padres suelen generar el sufrimiento de sus hijos y, del mismo modo, los hermanos y hermanas mayores provocan el sufrimiento de sus hermanos pequeños.

Cuando obligamos a nuestros hijos a hacer lo que creemos que es mejor para ellos, la comunicación entre nosotros se rompe. ¿Y cómo podemos, cuando la comunicación se rompe, ser felices? Es muy importante mantener viva la comunicación entre padres e hijos. Si la puerta de la comunicación se cierra, padres e hijos sufren. Pero cuando la puerta de la comunicación permanece abierta, padres e hijos comparten la vida como amigos. Ese es el único modo de encontrar la verdadera felicidad.

En una familia, podemos tener un encuentro semanal. Sentarnos juntos es una oportunidad para hablar de temas que son importantes para nuestra felicidad. Si el niño tiene dificultades en la escuela o el adulto tiene un problema en el puesto de trabajo, puede exponerlo públicamente y toda la familia puede presentar sus ideas para tratar de resolverlo. La familia que practica esto se convierte en una Sangha, porque una Sangha es como una familia, son dos entornos que funcionan de manera muy parecida. No es necesario que nos llamemos budistas para aplicar estas prácticas a nuestra vida. Esta es una forma sencilla de aportar paz y alegría a nuestra familia y a nuestra comunidad.

Práctica

El habla amorosa y la escucha profundas son dos métodos extraordinarios para abrir la puerta de la comunicación con los niños. Los padres no deberíamos utilizar, cuando hablamos con nuestros hijos, el lenguaje de la autoridad, sino el lenguaje del amor. Cuando emplees, al hablar con tus hijos, el lenguaje del amor y la comprensión, tus hijos se abrirán y te contarán sus dificultades, sufrimientos y ansiedades. Este tipo de comunicación te permitirá entenderles mejor y amarles más. Si tu amor no se basa en la comprensión, tus hijos no lo experimentarán como amor.

Si quieres amar de verdad, puedes decir a tu hijo: «¿Crees, hijo mío, que te entiendo bien? ¿Te parece que entiendo tus dificultades y tus sufrimientos? Dímelo, por favor. Quiero saberlo, para poder amarte de un modo que no te dañe». También puedes decir: «¿Crees, hijo mío, que te entiendo? Dime, por favor, la verdad. ¿Crees que entiendo tu sufrimiento, tus dificultades y tus deseos más profundos? Y ayúdame, en el caso de que no te entienda, a entenderte. Porque, si no te entiendo, seguiré haciéndote sufrir en nombre del amor». Esto es, precisamente, lo que denominamos habla amorosa.

Cuando tu hijo te hable, practica la escucha profunda. A veces dirá cosas que te sorprenderán. Quizás diga algo que se oponga a tu forma de ver las cosas. Pero, sea como fuere, escucha profundamente. Deja que tu hijo hable con libertad. No le cortes mientras habla ni critiques lo que dice. Cuando escuches profundamente con todo tu corazón –durante media hora, una hora o hasta tres horas–, empezarás a verle más profundamente y a entenderle mejor. Aunque tu hijo todavía sea muy pequeño, tiene sus comprensiones profundas y sus necesidades especiales. Quizás ahora te des cuenta de que, durante mucho tiempo, has estado haciéndole sufrir. Y si tu hijo sufre, tú también sufrirás.

Accesible tanto a los recién iniciados en el budismo o la meditación como a practicantes más experimentados, Felicidad es el único libro que recopila todas las prácticas desarrolladas por Thich Nhat Hanh durante sus más de sesenta años como monje y maestro budista. Se trata de una verdadera guía para vivir con plena consciencia nuestra vida cotidiana.


Mariela Herrero

Licenciada en Psicología (UNED, Barcelona). Instructora de meditación. Facilitadora de Barras de Access.

7 Comentarios

Eleana · 5 enero, 2021 en 7:31 pm

Hermoso texto Mariela

Daniela · 5 enero, 2021 en 9:42 pm

Muy bello!!!!

Julia · 5 enero, 2021 en 11:17 pm

Hermoso texto, me motivó mucho a emplear estas prácticas en casa. Gracias ❤️

    Mariela Herrero · 23 enero, 2021 en 9:54 am

    Qué bueno, ya que eso es a lo qie aspiramos: que se lleven a cabo la prácticas. Abrazo☺️

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