A veces, en medio del ruido, las exigencias y la sensación de no ser suficientes, olvidamos algo esencial: ya somos. No hace falta llegar a ningún lado ni cumplir con ninguna expectativa para estar en paz. Las palabras que siguen, tomadas del libro El arte de vivir de Thich Nhat Hanh, nos recuerdan con gran simpleza que no hay nada que alcanzar. Solo hay que habitar el momento presente y permitirnos ser, con todo lo que eso implica.
Podemos ser capaces de ver las maravillas que nos rodean y, sin embargo, dudar de que nosotros seamos también una maravilla. Nos sentimos incompetentes. Anhelamos algo diferente, alguna otra cosa. Somos como una olla que vagara en busca de una tapa. Nos falta confianza en nosotros mismos y en nuestra capacidad de ser pacíficos, compasivos, de despertar. Sentimos que nos abruman las dificultades y vivimos día a día con el sentimiento de que nos falta algo. Debemos preguntarnos: ¿Qué me falta? ¿Qué busco? La práctica de la ausencia de objetivo consiste en identificar aquello que buscas, eso que esperas o que persigues y abandonarlo. Al eliminar esos objetos de búsqueda que te alejan del aquí y el ahora, descubrirás que todo lo que deseas está ya justo aquí, en el momento presente. No necesitas llegar a «ser alguien» o hacer algo para ser libre y feliz. Si preguntas a la flor que se abre en la ladera de una montaña, o al árbol que se yergue majestuoso en el bosque: «¿Qué buscas?», ¿qué respuesta te darían? Si hay en ti algo de plena conciencia y concentración, escucharás su respuesta en tu corazón.
Cada uno de nosotros tiene que ser su verdadero yo: fresco, sólido, relajado, amable y compasivo.
Ser nuestro verdadero yo es provechoso para nosotros y para todos los que disfrutan de nuestra presencia.
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