Hoy quiero compartirte un texto que considero profundamente movilizador. Se trata de un fragmento del libro Awakening the Kind Heart. How to Meditate on Compassion (en castellano: Despertar el corazón bondadoso. Cómo meditar en la compasión), de Kathleen McDonald, monja budista occidental de la tradición tibetana, conocida por su forma clara y práctica de transmitir enseñanzas sobre meditación y compasión.
Este pasaje forma parte del capítulo 4, titulado “Compasión Inconmensurable”, y fue publicado por Wisdom Publications en 2010. Lo comparto tal cual, porque creo que no necesita retoques: habla directo al corazón.
La autora nos invita a revisar nuestras actitudes frente al sufrimiento —propio y ajeno— y a cultivar una compasión lúcida, activa y sin medida. Una compasión que no niega ni se paraliza, sino que abraza la realidad tal como es y nos anima a responder desde un lugar más sabio y amoroso.
Te recomiendo leerlo con calma, dejar que te atraviese y ver qué despierta en vos.
Que todos los seres se liberen del sufrimiento y de las causas del sufrimiento
La compasión surge de nuestra propia experiencia de sufrimiento. Todos sabemos lo que es estar enfermos o adoloridos, sentirnos solos o que hieran nuestros sentimientos, sentir temor a lo desconocido o aflicción por la muerte de un ser querido. Entonces cuando sabemos que alguien atraviesa por una experiencia similar, nuestro corazón se abre con empatía y el deseo de ayudar. Esto es la compasión, el deseo de que todos nos liberemos del sufrimiento y de toda experiencia dolorosa, indeseada e insatisfactoria. Se supone que todos los seres lo deseamos, lo merecemos y somos capaces de lograrlo. Es una cualidad que ya poseemos, un aspecto innato de la mente de todos, pero en la mayoría de nosotros es limitado. Sentimos compasión por algunos seres, pero no por otros; somos compasivos algunas veces, pero no siempre. Sin embargo, tenemos la capacidad de sentir compasión por todos todo el tiempo, compasión inconmensurable.
Evitar la negación y la desesperación
Debido a que el desarrollo de la compasión depende de ser conscientes del sufrimiento, es esencial que nuestras actitudes acerca del sufrimiento sean saludables y realistas. Hay dos actitudes que podríamos tener que no son ni saludables ni realistas. Una es la negación, cuando no queremos reconocer la existencia de los aspectos desagradables e indeseables de la vida.
¿Por qué negamos el sufrimiento? Las personas niegan su sufrimiento por diferentes razones y de diferentes maneras. Yo en lo particular, quería ser feliz desesperadamente y pensaba que si ignoraba mis problemas y fingía que todo estaba bien, los problemas simplemente desaparecerían. Otra razón podría ser la vergüenza. Si admites que no eres feliz, que no eres como la gente de aspecto exuberante que aparece en los anuncios de cigarrillos y alcohol, estás aceptando que algo anda mal y que eres un fracaso. El miedo podría ser otro factor: pensamos que, si aceptamos su presencia, el sufrimiento nos desbordará como un tsunami que se llevará para siempre cualquier felicidad que tengamos.
Más aún, otra posible razón sería que simplemente no sabemos ser de otra manera. En nuestra cultura no contamos con métodos para aprender a reconocer y tratar adecuadamente el sufrimiento. No tenemos muchos modelos de conducta ni ejemplos de personas que los estén aplicando. La norma es evitar y huir. Hay tantas rutas de escape disponibles: drogas y alcohol, entretenimiento, deportes, trabajo, comida, dormir, comprar, socializar. Es mucho más fácil recurrir a una de estas —como otra forma de negación— que sentarse, enfrentar los problemas y encontrar formas constructivas de resolverlos.
Otra actitud malsana sobre el sufrimiento es la desesperación, lo opuesto a la negación. Sucede cuando abrimos nuestros corazones al sufrimiento, pero nos dejamos apabullar por su inmensidad: es tan grande y tan poco lo que podemos hacer. Entonces nos sentimos deprimidos, sin esperanza e incluso podemos darnos por vencidos.
Un enfoque más positivo y constructivo sobre el sufrimiento es el que puede considerarse como punto medio entre los dos extremos de la negación y la desesperación. Implica aceptar la existencia del sufrimiento por un lado y por el otro abordarlo de manera práctica y optimista. Entonces, ¿cómo podemos desarrollar esta actitud más sana hacia el sufrimiento? Aquí hay algunas perspectivas de las enseñanzas budistas que nos pueden ayudar.
- El sufrimiento es una realidad. El sufrimiento y las dificultades son parte natural e inevitable de la vida de todos. Lo sensato es esperar a que sucedan y cuando lo hagan aceptarlos. No van a desaparecer simplemente por negarlos, o por mirar hacia otro lado o fingir que no están allí.
- El sufrimiento es impermanente. No estará ahí para siempre. No existe independientemente, sino que surge de causas y condiciones que también son impermanentes.
- El sufrimiento no necesariamente es algo malo. Pasar por experiencias difíciles e indeseables no tiene por qué ser terrible o insoportable. Los problemas pueden ser oportunidades para el aprendizaje y el crecimiento; incluso pueden ser hermosos e inspiradores. Un amigo que tenía cáncer cuando apenas tenía veintitantos años, dijo que era lo mejor que le había pasado. A través de esa experiencia resolvió viejos problemas con su familia y desarrolló lazos más estrechos con ellos. También se interesó en el camino espiritual, aprendió meditación e incluso decidió convertirse en monje para poder dedicarse de tiempo completo al estudio y a la práctica espiritual. Muchas personas han hecho cambios constructivos en sus vidas después de pasar por tiempos difíciles.
Podemos ser prácticos incluso en una crisis.
Otro verso del texto de Shantideva contiene consejos muy útiles sobre qué hacer cuando hay un problema o crisis: “¿Por qué sufrir por algo que tiene solución? Y, ¿cuál es el sentido de ser infelices por algo que no tiene solución? En otras palabras, si hay algo que podamos hacer para prevenir o remediar una situación dolorosa o indeseable, debemos hacerlo. Por otro lado, si no hay nada que podamos hacer, es inútil preocuparse o ser infeliz; simplemente debemos aceptarlo. La aceptación no significa negar o huir. Significa reconocer plenamente la situación dolorosa pero también reconocer nuestras limitaciones: que no podemos hacer nada al respecto.
Por ejemplo, cuando alguien está lesionado o adolorido, tratamos de obtener la ayuda médica apropiada, los medicamentos para el dolor y todo lo necesario para que la persona se sienta lo mejor posible. También podemos hablar con ella, averiguar si tiene preocupaciones o pendientes para hacernos cargo y tratar de resolverlos. Si a pesar de todos nuestros esfuerzos la persona todavía experimenta sufrimiento físico o mental, simplemente tenemos que aceptarlo. Hemos hecho todo lo que podíamos hacer. Estar molesto, ansioso o triste no sirve de nada a nadie. Si crees en las plegarias, reza y desde luego, puedes practicar cualquiera de las meditaciones que estamos aprendiendo.
Estos son métodos prácticos que pueden aportar calma y calidez en lugar de ansiedad a una situación muy difícil.
Los seres sintientes son responsables de su propio sufrimiento.
A veces pensamos que nos corresponde resolver los problemas de otras personas o eliminar su sufrimiento, y entonces nos sentimos culpables si no somos capaces de hacerlo. En realidad, las causas profundas del sufrimiento son las ilusiones y el karma dentro de las mentes de los seres y solo ellos son capaces de eliminarlas. Nadie puede hacerlo por ellos, ni siquiera un ser iluminado.
Por lo tanto, generar compasión no significa en realidad liberar a los seres de su sufrimiento; es desear que se liberen. Desde luego, si hay algo que podamos hacer para ayudar, hagámoslo. Algunas veces nuestros esfuerzos funcionarán, otras no. El médico más hábil es incapaz de curar a todos los pacientes y el rescatista más valiente no puede salvar todas las vidas. No importa cuán fuertemente deseemos liberar a alguien de algún problema, lo más probable es que no lo logremos. Solo podemos intentarlo de la mejor manera posible y después aceptar el resultado sea cual fuere.
Estos recordatorios pueden servir para alentarnos a desarrollar una actitud más equilibrada y beneficiosa hacia el sufrimiento de tal manera que podamos generar compasión y trabajar para ayudar a otros sin sucumbir a la depresión.
1 Comentario
Marisa · 21 julio, 2025 en 11:37 pm
Si compasión empatia aceptar las dos caras de la vida la luz la noche alegría tristeza vida y muerte esto les cuesta entender a las personas la permanencia en nuestra vida es muy corta cuando entiendan esto y que tenemos solo el presente seremos un poco mas sabios para descubrir lo que habla la monja Tibeteana todo una gran verdad vivida por experiencia la aceptación ayuda mucho creo que sigo aquí hoy por mi aceptación compasión y también volarme mucho Yoga teraphy meditaciones leer mucho respiraciones me ayuda a. que mi día sea lo mas valioso junto a mi familia me aleje de personas que estaban en la felicidad falsa ahora soy feliz muy dentro mio